Fuera de toda investidura, protocolo y personaje, la semana pasada hablé a solas con Francisco. Quedamos en encontrarnos en secreto en el Hotel Residencia Paolo VI, al costado de la plaza San Pedro. Llegué unos minutos antes de lo acordado para pedir lo que tomaríamos y elegir una buena ubicación en la terraza con vista a la plaza, desde lo alto el panorama de la basílica es maravilloso. Pasadas las siete de la tarde llegó con paso lento y una sonrisa en el rostro. Vestía de civil con una campera de verano clara, diría que te con leche o así me pareció, pantalón y camisa al tono y mocasines italianos. En su cabeza una gorra deportiva con un pequeño escudo de San Lorenzo de Almagro, su club de fútbol favorito. Era un turista más de los miles caminando por Roma. Nos saludamos como siempre con un apretón de manos. Observé que no se había quitado su anillo y así se lo hice saber, con un ligero movimiento lo sacó de su dedo y lo guardó en el bolsillo izquierdo de su campera. Nos sentamos y permanecimos en silencio por unos minutos apreciando la hermosa vista de la Basílica y la Piazza San Pietro.
El sol comenzaba a caer y sus rayos iluminaban las esculturas de la plaza con un mágico color dorado oro, fue Francisco quien rompió el silencio, cuando con la mirada fija en el espectáculo que nos regalaba el sol, dijo suavemente:
_Debe ser importante lo que tienes que decir para haber arreglado este encuentro.
Mientras el aiuto cameriere dejaba sobre la mesa un caffé ristretto (café corto) colombiano para Jorge, café que le gustaba tomar en Buenos Aires sentado en alguna barra de bar cuando aún era Cardenal, y un doble café irlandés para mí, le respondí con una sonrisa:
_ ¿Qué no es importante cuando del Ser se trata? Voy a ser claro, directo y completamente fuera de todo protocolo diplomático, y decir las cosas tal cual son. Tanto tú como yo sabemos la trastienda de la obra, quienes actúan, sus libretos y papeles. Quien elige a los que actúan, quienes escriben esos libretos y quienes reparten los papeles, conocemos las agendas generales y particulares, conocemos quienes mueven los hilos y quienes mueven a quienes mueven los hilos. Estamos en un momento de la historia de la humanidad que definirá los próximos mil años, y dará paso a un nuevo director cuya característica principal y más sobresaliente es precisamente la Humanidad, Humanidad que el actual director no tiene ni tendrá. Ha llegado la hora de bajar a Cristo de la cruz donde estuvo clavado por más de dos mil años, y darle el mando a su verdadero dueño, que es el Ser de cada uno de nosotros. Hay muy pocos en el mundo que tienen el poder de cambiar un paradigma, y uno de ellos eres tú y lo sabes. Debes dejar de seguir egoístas agendas particulares que intentan posicionarse en el nuevo escenario que se presenta y hacer lo que debes hacer, hacer lo que te comprometiste hacer antes de tu conexión, cumplir tu propósito y tu misión y liberar al hombre de la prisión de la religión, debes decir la verdad, dejar los protocolos, la diplomacia, las palabras bonitas desde el balcón de esa plaza y decirle al mundo en la gran mentira que está inmerso, comenzando por la propia religión de la que ahora eres el sumo pontífice, religión creada por ellos para la manipulación y dominio de la humanidad.
Sabes que es inevitable que la nueva realidad se manifieste, es inevitable que la consciencia colectiva llegue a la masa crítica necesaria para que el gran evento se produzca, no hay forma de detener al Dragón, porque el Dragón eres tú, soy yo, somos todos, porque lo forman nuestros Seres conscientes de sí mismos, esos mismos Seres que el que tienen crucificado vino a liberar, y sabes, que cuando él baje de esa cruz, el trabajo estará hecho y la humanidad será libre. No sé lo que harás, no puedo obligarte a accionar de una u otra manera, pero quiero que sepas que los Mundos Superiores nos están observando, te están observando, y algún día cuando regreses a casa tendrás que rendir cuentas por tus actos, por lo que hiciste y por lo que podrías haber hecho y no hiciste, ese día, tu SER será tu juez ante el DO y ya será tarde para reparar cualquier error cometido, cualquier decisión no tomada, cualquier acuerdo no cumplido. Hoy te digo, haz lo que viniste a hacer, ya es la hora, ya es tu hora.
Francisco me escuchó en silencio, su sonrisa dio paso a la seriedad de aquel que escucha lo que no quiere escuchar, lo que su Ser le dice día tras día cada mañana al despertar. Sus ojos se llenaron de lágrimas y con voz entrecortada por la emoción de un profundo sentimiento que no podía dominar, dijo:
_Cuando era obispo en Buenos Aires, quería y no podía, ahora que debería poder no puedo, la gente necesita la fe porque sin ella perdería la espiritualidad, necesita creer aunque sea en una mentira, para crear una realidad y seguir existiendo, está tan acostumbrada al rebaño que aún sin corral y pastor, seguirían atrapadas en su propia fantasía. Si es necesario, pagaré el costo de mi cobardía cuando deba ser, por ahora debo orar y pedir fortaleza para poder.
Se levantó lentamente y poniendo su mano derecha sobre mi hombro izquierdo, me miró fijamente con los ojos aún brillosos por las lagrimas que portaban, y con una sonrisa en su rostro me dijo:
_Gracias, me has regalado un ristretto de felicidad y realidad al recordarme mi propósito y misión en esta existencia.
Se alejó como llegó, con paso lento y andar suave, mientras se alejaba observé como metía su mano en el bolsillo y volvía a colocarse su anillo. Mientras tanto, las luces de la Piazza San Pietro se encendían. Mirando al cielo dije, “mi trabajo está hecho, ahora le toca a él”. Una estrella fugaz cruzó el firmamento dejando una estela a su paso, y mi corazón latió con fuerza. El cielo había escuchado nuestro diálogo.
NOTA:
En algún lugar, en alguna realidad, esto sucedió, mientras tanto, sólo es una historia de ficción más.
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