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martes, 22 de diciembre de 2015

Alimentos que no acidifican el cuerpo

En estos tiempos tan acelerados en los que vivimos, uno de los elementos funadamentales que provocan el mal funcionamiento de nuestro cuerpo e incluso las enfermedades como el cáncer, es la mala alimentación que llevamos.
Como todo sistema viviente, nuestro cuerpo debe estar en un equilibrio químico (ni muy ácido, ni muy alcálino) y debido a la comida chatarra que abunda en estos tiempos, nuestro cuerpo se hace más ácido.
A continuación reproduzco un texto donde recomienda lo que se debe comer para equilibrar quimicamente nuestro cuerpo y estar más sanos.
Básicamente las verduras de hojas verdes, como las espinacas, rúcula, brócoli, lechuga, canónigos, etc., también las patatas, boniatos, tomates, pepinos etc., las legumbres como los garbanzos y lentejas, las semillas y las nueces, almendras y avellanas. Limón, lima y pomelo. La sal buena no refinada…. Los cereales como la quínoa, el mijo, trigo sarraceno, espelta y el arroz integral. Tofú…
¿Hay algo más que alcalinice el cuerpo?
Excepcionalmente la sal y mejor aún, el agua de mar. Evidentemente no nos referimos a la sal refinada, sino a la Sal del Himalaya o Sal Marina evaporada. El limón y la lima; a pesar de ser ácidos curiosamente tienen un efecto alcalinizante en el organismo. Los aceites como el de oliva, linaza, uva, aguacate también tienen un efecto alcalinizante. Asimismo, se incluyen los omega 3 (aceite de pescado o krill).
Existen también sales minerales especialmente alcalinizantes: sodio, potasio, magnesio y calcio. Se pueden comprar juntas o por separado. Existen gotas para equilibrar el Ph, para alcalinizar el agua. Lo ideal es que un 80% de nuestro alimento sea alcalinizarte y que un 20% sea acidificante para mantener el equilibrio.
Los alimentos que básicamente nos acidifican son: proteínas de origen animal: carnes de todo tipo, huevos, lácteos. El azúcar en todas sus formas, hidratos de carbono refinados: arroz blanco, pan, pasta (trigo).
Las emociones pueden provocar aún más acidez que lo que comes o bebes. Las emociones negativas provienen de muchos sitios y tienen muchas formas. Las emociones negativas incluyen pensamientos, sentimientos, experiencias, memorias conscientes e inconscientes, sueños. Problemas de la vida. Todos ellos causan “estrés” y el estrés genera mucho acido en el cuerpo. Por eso es importante trabajarse todos estos aspectos. Lo que ingerimos, bebemos y nuestras emociones, son importantes para recuperar nuestro equilibrio interior. Evidentemente, si no cuidamos el aspecto mental, emocional y espiritual, solucionando nuestros conflictos como la falta de autoestima, el orgullo, ira, miedos, etc, difícilmente alcanzaremos ese estado alcalino y también nos costará mantenerlo.
Además los pensamientos negativos consumen muchísima más energía que los positivos, agotando por ende, el cuerpo. Así es como entenderíamos que las emociones negativas pueden llegar a enfermarnos, ya que provocan por sí mismas, ese estado acidificado tan negativo.
El ejercicio nos hace respirar y obtener oxigeno, y hace que sudemos. Moviliza el sistema linfático. Y al hacerlo nos ayuda a estar alcalinos y a mantenernos así. El ejercicio nos permite eliminar las toxinas del cuerpo, eliminar la acidez del tejido graso. También es importante para fortalecernos y ganar flexibilidad, para fortalecer el sistema cardiovascular, los huesos y las articulaciones. Mejora el metabolismo, la presión sanguínea, equilibra el nivel de triglicéridos en sangre y los niveles de insulina.
¿Por qué el contacto con la naturaleza favorece un estado alcalino?
En verdad, lo que necesitamos para vivir es sol, agua, sal y clorofila. En la naturaleza hay mucho más oxigeno y el oxigeno es necesario para la vida. En un entorno con oxigeno el ambiente está cargado de iones negativos y como decía Dan Winter, es un entorno mucho más fractalizado. En las ciudades hay menos oxigeno, y hay todo tipo de contaminación, no solo por los coches, sino por las ondas que circulan de todo tipo, de las torres de telefonía móvil, wifis, entramado eléctrico, calefacciones, etc., Todo ello contribuye a mantener un entorno cargado con iones positivos (cuando llueve es al revés, los iones son negativos). Y este entorno favorece la acidificación. Además en la naturaleza, hay menos ruido y favorece la tranquilidad. En las ciudades hay tanto ruido que es difícil no estresarnos.
Nota: Esta información está basada en el Dr. Robert O Young y en el Dr. Sang Whang.
Fuente: Pensando Diferente

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