Resumen de la conferencia de Vilma Mazzolini
el 13/5/05 en Granollers, Barcelona, titulada
JOYAS, TATUAJES Y PIERCINGS
para la Asociación La Salut es cosa teva.
Escrito por Alícia Ninou
Vilma Mazzolini es terapeuta en bio-psico-genealogía y desde hace años se dedica a ayudar a la gente para resolver bloqueos o problemas emocionales. Hace ocho años que se divorció, momento en que descubrió asombrada cómo sus hijos empezaban a tatuarse y ponerse piercings. Esto la intrigó mucho, así que empezó a observar e interesarse sobre este tema. Pronto se dio cuenta de que esta práctica era habitual entre los jóvenes de padres separados. Esto la impulsó a investigar todo lo relacionado con los ornamentos corporales, hasta el día de hoy, en que está punto de publicar un libro sobre el tema.
Vilma descubrió que los ornamentos del cuerpo nos hablan del sufrimiento, del bloqueo, o de las esperas inconscientes, muchas veces ocasionadas por nuestra genealogía. Ya sean modas, gustos personales o señales de reconocimientos de un grupo, las joyas, piercings o tatuajes, son indicadores de un malestar profundo, en el cual el corazón o el alma están encadenados por historias familiares vividas antes de nuestro nacimiento. Esto no quiere decir que sean “perjudiciales” o que los tengamos que eliminar, pero, como indicadores que son de un malestar normalmente inconsciente, es interesante poder saber o conocer qué es lo que nos están “diciendo” para poder hacer ese malestar visible i poderlo trabajar a nivel consciente.
Los piercings y los tatuajes han sido desde siempre, ya en las antiguas civilizaciones, señales de distinción tribales o de creencias. Por este motivo, estas marcas tienen una simbología y significado diferente en función de la cultura de la que cada persona provenga. Por lo que se refiere a Europa, que es donde Vilma ha centrado sus investigaciones, entre los años 500 y 1500 (la edad media) hubo un gran boom bajo el dogma del catolicismo, principalmente en España e Italia. En esta época, todo estaba relacionado con la religión. Por ejemplo, estaba prohibido derramar sangre, porque se decía que era “llamar” al diablo. Las joyas no cumplían una función estética –como ahora-, sino que eran el reconocimiento de una casta o de un oficio. Por ejemplo, los que llevaban un anillo en el dedo gordo de la mano derecha, quería decir que tenían un trabajo relacionado con la sangre: cirujano, carnicero, entrenador de perros, verdugos, etc.
A principios del S. XIII, un piercing en la lengua era señal de perjurio, y el agujero se hacía a los condenados con un hierro al rojo vio. Curiosamente, la gente que ha tratado con Vilma y que llevan un piercing en la lengua, admiten que son personas que no dicen toda la verdad, lo cual no quiere decir que digan mentiras. Acostumbran a ser jóvenes a los cuales les falta lo más esencial: la presencia de los padres, habitualmente por horarios de trabajo. Estos jóvenes acostumbran a inventarse un mundo imaginario familiar cuando están fuera de casa, creando unos padres diferentes a los que realmente tienen.
Un piercing en el ombligo bloquea la energía que circula por el meridiano Concepción, que va desde el periné hasta las dientes (medicina china). La consecuencia de esto es la esterilización, tanto en el caso de una mujer como de un hombre. Cuando está en la parte de arriba del ombligo, es un mensaje que se recibe del árbol familiar, el cual transmite una orden de no querer traer más hijos a este mundo para evitarles el sufrimiento. En la parte de abajo, es una decisión a nivel personal de no querer tener hijos. Vilma explica que de 40 mujeres que han consultado con ella por problemas de esterilidad, 18 de ellas llevaban un piercing en el ombligo. Estas 18, después de sacárselo, todas quedaron embarazadas. Vilma no tiene ninguna duda, pues, que un piercing en el ombligo es un método válido de anticoncepción, aunque aparentemente, no pueda parecer muy científico.
Los piercings en los labios, en cambio, están relacionados con los problemas de comunicación. Si es en el labio inferior, es señal de haber tenido un padre virulento con la palabra, y esta persona no quiere, no está interesado en comunicar. En el caso del labio superior, estaríamos hablando del árbol genealógico de la madre.
El origen de los tatuajes está relacionado con las violaciones, la prostitución y el adulterio. Explica Vilma que el año 1120 un rey francés decretó que ninguna mujer podía comerciar con su cuerpo. Las únicas que podían hacerlo eran las mujeres que vivían en los burdeles, y cuando salían al exterior, tenían que identificarse con un pintalabios rojo (de aquí vendría la asociación que existe todavía actualmente de unos labios rojos con una prostituta). Y cuando una mujer era violada y se quedaba embarazada, era llevada inmediatamente al burdel, donde tenía que trabajar para poder mantener a su hijo. Al violador, en cambio, sólo se le imponía una multa. Era así, siempre y cuando se tratase de mujeres pobres y humildes, porque en el caso de una mujer noble o rica, ésta era llevada a un convento, y el violador colgado. En el caso que una de estas chicas pobres intentase escapar de este destino, era marcada con una flor en el hombro izquierdo. Es decir, que cualquier tatuaje en el hombro, implica que en algún momento del árbol ha habido sufrimiento por estos motivos, el cual puede arrastrarse a través de diversas generaciones si en algún momento no sale a la superficie y se sana.
Un lugar donde antiguamente las mujeres se tatuaban y ponían joyas en los pies, era en los harenes. Un anillo en el dedo gordo, por ejemplo, era la marca de la “favorita”; en el segundo dedo del pie, de tener un hijo varón; en el tercero, de haber sido repudiada; en el cuarto, de haber sido llevada a otro harén; y en el quinto, de adulterio y condena a muerte. Hoy en día no se acostumbran a llevar joyas en los pies, pero sí que se pueden ver reminiscencias de esto en el tipo de zapatos que llevan las mujeres, qué tipo de ornamentos llevan en ellos, o qué dedos de los pies les rodean las sandalias que llevan. Otras joyas, como las pulseras, estaban relacionadas con las diferentes especialidades que tenían las prostitutas.
Los pendientes, en las orejas, han tenido diferentes simbologías a lo largo de los tiempos. Los filibusteros o corsarios, por ejemplo, llevaban un pendiente en la oreja izquierda. En cambio, los piratas, a la derecha. También antiguamente, un pendiente en un hombre era una distinción sexual, y en la marina en cambio, de ser un niño huérfano. En todo caso, los pendientes son un indicativo de ser propiedad de alguien. Hoy en día, por ejemplo, los chicos que llevan un pendiente en la izquierda, quiere decir que están muy ligados a su madre. Si la llevan en la derecha, que tienen una fuerte confrontación con ella. En los dos casos, implica que estamos hablando de una madre “castradora” y dominante.
Los piercings en la nariz son una herencia de los bufones del rey, a los cuales el rey ataba una cuerda (en la anilla) para hacer con ellos lo que quisiera. Se decía que los bufones eran tratados peor que los perros. Estamos hablando, pues, de una simbología de cabeza de turco. En otros sitios, como en un pezón, son indicadores de no haber tenido leche materna, y todo lo que va asociado a ella, es decir, falta de amor.
Según Vilma, pues, todos estos piercings alivian estos malestares internos que llevan dentro las personas, sin saberlo. Pero esto no quiere decir que curen o sanen estos problemas, que continúan existiendo. La solución es intentar averiguar el motivo, hacerlo consciente y trabajarlo. Y a esto se dedica Vilma. Si la vais a ver, sólo viendo las joyas que lleváis, dónde las lleváis, el material con qué están hechas, los piercings, los tatuajes… os podrá dar un montón de información sobre vosotros. Increíble, pero cierto.
Alícia Ninou
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