Gustavo Rivero. Tratar con personas difíciles es una habilidad que muchos de nosotros no nos preocupamos por desarrollar ya que sentimos que no es necesario. En la vida diaria podemos elegir ignorar o alejarnos de quien sea complicado. Pero cuando esa persona es tu jefe la libertad de elección es limitada. La habilidad para tratar con un mal jefe se aprende. Para evitar dolor innecesario y frustración hay algunos consejos que pueden ayudar.
En primer lugar, conviene identificar qué hace que tu jefe sea difícil. Cuando etiquetamos a alguien de temperamental lo que realmente queremos decir es que algún aspecto de su naturaleza se ha vuelto persistente. En ese sentido, los tres principales tipos de malos jefes son: los tiranos, los fanáticos del control, y los indecisos. Por tanto, es muy útil saber con qué tipo de jefe estamos tratando, porque no se manejan de la misma manera.
Según Chopra, lo mejor es que no trates de arreglar lo que está mal o de psicoanalizar a tu jefe. Es una pérdida de tiempo pensar que se puede cambiar un comportamiento profundamente arraigado. Asume que tu jefe no sabe o no se preocupa por su mal comportamiento. Si tiene suficiente conciencia de sí mismo para saber que su comportamiento necesita cambiar, pero no puede hacer nada al respecto, el resultado final sigue siendo el mismo.
Céntrate en el contacto y en la comunicación. El mal comportamiento aísla a las personas porque aleja a los demás. La táctica más común con los malos jefes es mantenerles fuera de tu camino. Pero nunca se podrá aprender a lidiar con ellos hasta que haya contacto. En la mayoría de los casos la persona aislada da la bienvenida (aunque no lo reconozca) al contacto humano. El siguiente paso es empezar a comunicarte. Esto comienza escuchando y viendo. No te acerques con la idea de dar consejos o transmitir tus sentimientos. El objetivo es averiguar lo que tu jefe tiene que decir y cuánto va a estar dispuesto a escuchar. La comunicación toma tiempo y tienes que ser paciente.
Aprende a evitar estar a la defensiva. Todos tenemos nuestros puntos débiles, y mientras una persona puede hacer caso omiso a una muestra de enfado, otra puede ser demasiado sensible. Si tu jefe te saca de tus casillas, no estarás en una buena posición para ayudarte a ti mismo cuando reacciones negativamente. Tampoco es probable que se produzca la comunicación. Pero en el lado positivo, se puede aprender a interactuar en esos momentos en que su mal comportamiento no esté aflorando. Recuerda que su mal comportamiento no tiene que ver contigo, a pesar de que pueda tocarte a veces la fibra sensible.
No participes en el debilitamiento de tu jefe. No generes chismes ni te unas a grupos para quejarte. No sigas órdenes con respuestas pasivas agresivas que empeoran la situación. Ten en cuenta que tu papel es el de maximizar lo positivo y minimizar lo negativo.
Con todo esto en mente, establece una base para la decisión más importante que puedes tomar: quedarte o renunciar. A veces, un mal jefe es más que una persona difícil. Puede ser alguien imposible que se pasa de la raya. En ese caso no existe la posibilidad de lidiar.
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