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viernes, 23 de septiembre de 2016

¡Pero la fe me consuela!

1. Al confiar en la fe, te dejas mal equipado para participar en soluciones viables a los problemas.
Cuando las cosas se ponen difíciles, la fe puede nublar tu juicio. El pensamiento crítico es un trabajo duro, y debe ser practicado, si uno va a hacerlo de manera efectiva en períodos de crisis. Con demasiada frecuencia, la fe es simplemente una excusa para no pensar.
2. La fe religiosa individual a menudo nos lleva a apoyar organizaciones religiosas que se dedican a actos dañinos (por ejemplo, la Iglesia Católica).
Por lo tanto, el dinero que un católico americano contribuye a su iglesia puede terminar financiaciando los esfuerzos de la Iglesia para oponerse al uso del preservativo en África.
3. La fe viene de un lugar de miedo e incertidumbre. Cuanto más aprendemos acerca de nuestro mundo, menos probable es que le temamos. Tal vez reasignando la atención que inviertes en la fe en el aprendizaje generaría dividendos.
4. La fe en realidad socava el concepto que uno tiene de sí mismo haciendo que uno le atribuya el éxito a las fuerzas divinas, en lugar del talento o el trabajo duro.
Por otra parte, la fe puede conducir a la inacción cuando el creyente simplemente deja las cosas en las manos de su(s) dios(es) preferido(s).
5. La fe nos lleva a agradecer al dios propio por circunstancias positivas, en lugar de agradecer a los verdaderos responsables (por ejemplo, los médicos), y esto puede poner en peligro la conducta de ayuda.
6. Cuando un gran número de personas (es decir, una abrumadora mayoría de un país) se basan en la fe para sentirse bien, el daño social es casi inevitable. La rendición de cuentas se reduce, ya que nadie acepta la responsabilidad de su comportamiento. Incluso los funcionarios electos se sienten cómodos alegando autoridad divina para sus caprichos.
7. La verdad, incluso aunque resulte incómoda, es un bien mayor que los sentimientos positivos. La comodidad que proporciona la fe es un falso consuelo, y nos puede alejar de las realidades desagradables que deberíamos enfrentar.
Como comodín, nos dejan con una frase lapidaria del gran Isaac Asimov:
No es una defensa de la superstición y la pseudociencia decir que trae consuelo y alivio a la gente… Si el consuelo y la comodidad son la forma en que juzgamos el valor de algo, entonces consideremos que el tabaco trae consuelo y alivio a los fumadores, el alcohol se lo lleva a los bebedores, las drogas de todo tipo se lo traen a los adictos, la caída de las cartas y la carrera de caballos se lo lleva a los jugadores; la crueldad y la violencia se lo trae a los sociópatas. Si juzgamos por el consuelo y el confort únicamente, no hay ningún comportamiento con el que debamos interferir.
Yo por mi parte, siento especial predilección por la respuesta que da Bill Maher:
Está bien, aparte de la mayoría de las guerras, las Cruzadas, la Inquisición, el 11-S, los matrimonios arreglados de niños, la voladura de escuelas de niñas, la supresión de las mujeres y los homosexuales, las fatwas, la depuración étnica, las violaciones por honor, los sacrificios humanos, la quema de brujas, las bombas suicidas, la justificación de la esclavitud, y la sistemática follada de niños, hay pocas cosas con las que tengo problema.

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