Cinco siglos después de la expulsión de los judíos de Sicilia, la pequeña comunidad judía de Palermo comienza a renacer
(Transcrito de Aleteia)
El pasado día doce de enero, la comunidad judía de Palermo, Sicilia, se convirtió en propietaria de una parte de una iglesia adosada a un pequeño conjunto monástico, gracias a una donación hecha directamente por la Iglesia Católica Romana.
Pronto, estas instalaciones alojarán una sinagoga y un centro patrimonial y cultural hebreo. El conjunto se encuentra ubicado, precisamente, en la cima de las ruinas de una sinagoga medieval: la que otrora fuese la Gran Sinagoga de Palermo.
Todas las renovaciones y reconstrucciones necesarias para alojar la sinagoga y el centro serán financiados por la Iglesia Católica, con miras a reabrir la que sería la primera sinagoga de Palermo en más de 500 años, después de que los judíos fuesen expulsados de Sicilia en el año 1493, apenas un año después del descubrimiento de América.
El rabino de Palermo, Pinhas Punturello, se encuentra a la cabeza de esta transición, fungiendo como emisario, desde Sicilia, para Shavei Israel, una organización sin fines de lucro que ayuda a los judíos “perdidos” a reconectarse con comunidades judías más numerosas y mejor establecidas.
De hecho, Punturello, quien por ahora viaja de Israel a Sicilia una vez al mes, se establecerá en la isla para servir como rabino de una comunidad que, por ahora, no pasa de contar con poco más de cien personas en su seno. Este gesto ha sido calificado por Jonathan Zalman, columnista del diario judío The Tablet, como “un gran desarrollo para el mundo”.
Para leer la breve nota original publicada en The Tablet (en inglés), puede hacer clic aquí.
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