El sufrimiento es el principal motor de cambio a lo largo de la vida humana.
Por
ejemplo, si cuando éramos bebes hubiésemos sido totalmente felices
jamás hubiéramos aprendido a hablar, ya que el domar nuestros músculos
vocales y el expresarnos correctamente nos demandó en su momento un
esfuerzo similar al de aprender un instrumento musical, pero como era
mucho lo que estaba en juego y necesitábamos defender adecuadamente
nuestros intereses (evitar lo que nos disgustaba y conseguir lo que nos
gustaba) entonces hicimos el esfuerzo y aprendimos a hablar.
Desde tan temprano y posteriormente en la vida será el sufrimiento
(real o potencial) lo que en la mayoría de los casos nos moverá a
afrontar los cambios que nos harán evolucionar como seres humanos e
impedirían que nos quedemos bloqueados en una inconsciencia cómoda,
(como la de un bebe que no se desarrollara porque no lo necesitase).
Según la visión de la sabiduría universal, sufrimos a causa de
nuestra ignorancia. Confundimos la parte con el todo y codiciamos
cosas, situaciones, personas, etc, pensando que cuando las obtengamos
“todo será diferente”, sin querer comprender lo que la experiencia
tantas veces nos ha demostrado, que esos “logros” nos proporcionan un
subidón emotivo que inexorablemente se diluirá antes o después y nos
dejara muy a menudo peor de lo que estábamos antes de “obtener”. (Decía
una conocida santa cristiana que ella había llorado mucho mas en esta
vida por los ruegos que Dios le había concedido que por los que Dios le
había negado).
Al mismo tiempo estamos siempre escapando de aquello que no queremos,
sin darnos cuenta que muchas veces “eso” que rechazamos es lo que mas
necesitamos, y prolongamos todo lo posible el enfrentarnos a ello, para
descubrir después que nos hemos perjudicado escapando de lo que tanto
nos ha beneficiado después de todo.
En todos estos casos es el sufrimiento el que nos obliga a corregir
nuestra conducta reactiva (la que solo “reacciona”) y a reemplazarla por
una conducta consciente, que viene de la ponderación y la voluntad
libre de mecánicas puramente instintivas. (Por eso vemos tan a menudo
como las conductas enfermizas y adictivas no son abandonadas hasta que
la persona “toca fondo”, es decir hasta que ya no soporta mas dolor y
decide variar el rumbo).
El sufrimiento es necesario entonces porque es lo único que traspasa
la coraza del egoísmo, hecha de ignorancia y soberbia, y le obliga a
abrirse a la realidad, con lo cual la evolución sobreviene.
Contrariamente a lo que pudiera creerse vulgarmente, no somos humanos
buscando “la experiencia espiritual”, sino seres espirituales buscando
una experiencia humana, es decir a la vez material y espiritual, para
poder así, a través de la conciencia y la compasión, espiritualizar el
universo material empezando por nosotros mismos. Por todo esto el
sufrimiento es imprescindible cuando somos inconscientes, pero se vuelve
mucho menos necesario cuando nos volvemos mas concientes.
Cualquiera
que haya practicado una forma verdaderamente integral de yoga (que
abarque prácticas de yoga físico, energético, mental y espiritual) habrá
descubierto maravillado como los niveles de sufrimiento en su vida
bajaban enormemente desde prácticamente el comienzo de la sadhana
(práctica regular del yoga). Esto es así por muchas razones, pero no
menos porque cuando estamos en el camino sano de la evolución, el
sufrimiento no es ya indispensable y nuestra programación biológica para
el florecimiento evolutivo (similar a la programación biológica de una
planta floral para florecer) ya no necesita abrirse paso rompiendo
resistencias (con su consecuencia de malestar, estrés y sufrimiento).
Por otro lado, al activarse zonas del cerebro anteriormente dormidas y
comenzar una transformación de la morfología y fisiología cerebral como
la que produce la práctica del yoga integral, sobrevienen toda clase de
señales de bienestar y armonía. (Esto se entiende bien cuando se
verifica cuanto mejora la comunicación- interacción entre los
hemisferios cerebrales. como se crean nuevas sinapsis, etc.).
El sufrimiento dificulta el autoengaño y nos obliga a enfrentarnos a
nuestra realidad, por lo que es un gran maestro, y como todo maestro
responsable aparecerá muy a menudo en nuestra vida cuando actuemos con
ignorancia y egoísmo, pero nos respetara y “dejara en paz” cuando
actuemos con sabiduría y compasión. Por todo esto, como mínimo, hemos de
comprender el papel del sufrimiento y no entrar en pánico reaccionando
alocadamente en cuanto aparezca, y mejor aun, hemos de anticiparnos a
sus enseñanzas desarrollando activamente nuestras capacidades superiores
y encontrando las mejores opciones sin su ayuda.
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