martes, 4 de noviembre de 2014

La Locura Del Ego Un Extraordinario Paralelo Budista Gnóstico





John L. Lash

La Locura del Ego revela un extraordinario paralelo gnóstico-budista: el demente dios alienígena Yahvé es equiparado con un demonio o entidad delirante de los budistas, por medio del uso de citas textuales.

Hay una contundente evidencia para aquella cercana correlación y quizá fertilización histórica cruzada entre budismo y Gnosis.

Así describe resumidamente el propio autor, el erudito señor Lash, desde su sitio metahistory.org, el asunto de este texto que ahora presentamos en castellano por lo atrayente que pueda resultar para los interesados en los temas gnósticos y en sus núcleos temáticos mitológicos, además obviamente de aportar al acervo de cualquiera persona que se cultive de modo general.


El mito gnóstico de la Creación ha sido llamado "teología de ciencia-ficción" debido al modo en que presenta el material teológico en un simbolismo fantástico, propio de la era espacial.
La figura de ciencia-ficción más llamativa en la cosmología gnóstica es Yaldabaoth, el demiurgo o falso dios creador. Gnósticos como Marción identificaron a Yaldabaoth con el dios creador masculino del Antiguo Testamento, Yahweh, y por consiguiente negaron a aquella entidad cualquier papel en la buena dirección de la Humanidad.

Al contrario, Yahweh-Yaldabaoth es una deidad demente, un dios que trabaja contra la Humanidad. En la revisión gnóstica del Antiguo Testamento, está claro que el status monoteísta exigido por Yahweh es debido a la locura del pseudo-dios.

¿Pero qué debemos hacer con este caso único de locura cósmica?.

Accidente Cósmico

La Hipóstasis de los Arcontes y otros tratados cosmológicos describen cómo Yaldabaoth surge del caos de la materia elemental debido al impacto del eón Sofía en las "aguas inferiores", el reino de los brazos de la galaxia fuera del núcleo galáctico (Pleroma).

El descenso de Sofía desde el núcleo produce un "aborto" o nacimiento prematuro en los reinos elementales. Normalmente, las formas de vida que aparecen en los mundos estelares de los brazos de la galaxia son emanadas desde dentro del Pleroma, infundidas y conformadas por el diseño divino antes de que ellas se manifiesten.

Pero los Arcontes producidos por el impacto de Sofía surgen sin haber sido prefigurados por los dioses plerómicos. El "aborto" es un bodrio amorfo, como un feto prematuro, con sus órganos incompletamente formados y con sus facultades atrofiadas.

¿Puede el descenso de Sofía ser considerado como un accidente cósmico?. Quizá, en cierto modo, puede serlo.

Los accidentes suceden en el cosmos en general. En los comentarios al Mito de Gaia he sostenido que el Descenso de Sofía puede ser una descripción mitopoyética de un aumento de tensión desde el núcleo galáctico. Los científicos han descubierto recientemente en la galaxia un canal parecido a un túnel, extendiéndose directamente desde el núcleo de la galaxia hacia la región de los brazos envolventes donde el (nuestro) Sistema Solar está localizado.

Tal aumento de tensión es central en la teoría del doctor Paul LaViolette de la super-onda galáctica o descarga cósmica de rayos. LaViolette sostiene que como la "descendencia" de las estrellas se establece alrededor del núcleo galáctico, su gravitación se hace más profunda y su temperatura interna y energía aumentan hasta un nivel máximo:
La emisión de energía desde el núcleo galáctico finalmente llega a ser tan grande que se desarrollan inestabilidades que hacen que explote.

Durante este modo activo temporal, su luminosidad aumenta en millones de veces, y libera una intensa descarga de partículas de rayos cósmicos y radiación de alta energía que viaja radialmente hacia el exterior en forma de una cáscara en expansión llamada una super-onda galáctica (Genesis of the Cosmos, p.93).

Huelga decir que éste es un acontecimiento extremadamente violento con consecuencias letales y catastróficas masivas - según la visión de LaViolette, en todo caso. En mi revisión del mito gnóstico, doy por hecho que el cosmos entero está vivo, animado y animando. Una super-onda galáctica, o sobrecarga desde el núcleo galáctico, podría no ser una descarga letal de rayos cósmicos, después de todo.

Esto podría ser una oleada de fuerza divina de vida, incluso una efusión de una inmensa ternura, o una ondulación de deseo cósmico. Así es ciertamente cómo la mitología gnóstica describe el descenso de Sofía.

El paralelo astrofísico con el mito gnóstico es interesante, pero eso no debería llevarnos a pensar que el mito necesita verificación científica para ser verdadero, o para ser valorado como verdadero. Si hay periódicas oleadas cósmicas desde el núcleo galáctico, haríamos bien en entender tales fenómenos en términos imaginativos, y en lenguaje psicológico, porque así es cómo podemos comenzar a ver la complementariedad de psique y cosmos.

A primera vista, la narrativa acerca del Demiurgo parece ser un acontecimiento único, aislado, a diferencia de todo lo demás en la mitología mundial. Muchos estudiosos han asumido que la figura de Yaldabaoth es totalmente anómala, un inusitado mitologema [elemento central de un mito] encontrado sólo entre aquellos extravagantes fantasistas, los gnósticos.

Pero resulta que hay un paralelo exacto de la figura gnóstica del Demiurgo. Se encuentra en las tradiciones sagradas del budismo.


El Génesis Budista

Éste es quizá el último lugar donde uno tendería a mirar.

¿Por qué? Porque las enseñanzas budistas no dan mucha importancia a la génesis misma del universo. La Creación no está en la sintaxis budista. Todas las condiciones que se presentan en el cosmos son sólo eso: condiciones que surgen.

Todas las actuales condiciones, físicas y psicológicas, lejanas y cercanas, interiores y exteriores, provienen de las precedentes, según la ley del "inicio interdependiente", y eso es todo lo que hay. Si el cosmos está en un eterno devenir, es un ejercicio vano tratar de determinar un momento distinguible en la creación.

Además, el budismo tiende a enfatizar la naturaleza fantasmal de todos los fenómenos; este enfoque es llamado docetismo en el análisis textual gnóstico. ¡El cosmos no sólo es un eterno llegar-a-ser, sino que es también la mera apariencia de un eterno devenir!.
¿Dónde cabe la noción de Creación en una visión del mundo tal?.

Sorprendentemente como pudiera parecer, existen algunos indicios de lo que puede ser llamado un mito budista de la Creación, un homólogo budista del Génesis, si usted prefiere.
Las fuentes textuales son variadas, y tienden a ser en gran parte pasadas por alto en la actual atmósfera de estudios budistas. Lo que más ciertamente es un relato pre-budista de la creación del mundo, puede ser encontrado en fuentes Pali como,

• el Dighanikaya

• el Anuguttaranikaya

• el Vishuddhimagga, "El Camino de Perfección"

Las obras en lengua Pali pertenecen a una subcategoría de élite de los estudios budistas modernos, de modo que no es sorprendente que estos materiales hayan sido pasados por alto.

Pero al menos dos textos sánscritos, el Abhidharmakosha y el Shikshasamuccaya, también contienen elementos del Génesis budista.

Según John Mrydhin Reynolds ("Self-Liberation through Seeing in Naked Awareness") estas fuentes antiguas nos dicen que Gautama, el Buda histórico, explicó a sus seguidores que, la Humanidad que se encontraba en este planeta Tierra alguna vez habitó otro sistema planetario. Épocas atrás cuando el sol de aquel mundo se convirtió en una nova y el planeta fue destruido por las consiguientes erupciones solares, el grueso de sus habitantes... renació en uno de los planos más elevados del Mundo de las Formas o Rupadhatu, un plano de existencia conocido como Abhasvara o "luz clara".(p.99) 

Aquí hay una descripción increíblemente clara de un acontecimiento físico, una estrella convirtiéndose en una nova, combinado con un acontecimiento metafísico, la transmigración de los habitantes de un planeta que rodeaba a aquella estrella hacia otro plano de existencia.

El lenguaje en uso refleja, en parte, la sintaxis científica corriente de la teoría de la super-onda galáctica de LaViolette. Los científicos saben que las novas son acontecimientos relativamente comunes, mientras que la super-onda es todavía en gran parte teórica. Lo mismo vale para el acontecimiento físico.

En cuanto al acontecimiento metafísico de la transmigración planetaria, un drama cósmico se despliega ahora.

La Humanidad que habitó ese sistema colapsado fue transportada al plano Rupadhatu debido a su afanosa práctica del Dharma [deberes religiosos], dicen las fuentes antiguas.

Allí "ellos disfrutaron de una inconcebible dicha y felicidad durante innumerables eones" (ibíd.)

Pero cuando aquellas condiciones kármicas expiraron, otro mundo, la actual Tierra, se estaba formando entonces, y algunos de los habitantes llenos de dicha del plano Rupadhatu fueron atraídos hacia allá y comenzaron a renacer en aquella región, aunque no todavía en el planeta emergente mismo.

El reino intermedio donde ellos encarnaron era llamado Brahmaloka, "la Zona del Creador". (En el mito hindú y en la meta-psicología budista, Brahma es el "dios creador").

Al principio, los seres transmigradores (que somos nosotros) no comprendieron exactamente dónde estaban ellos o lo que les estaba sucediendo.

El primero que realmente se despertó y consiguió una percepción de estar en este nuevo reino, inmediatamente dijo:

"Soy el Creador".
La primera entidad habló de esta manera porque las condiciones de conciencia en las cuales vino a verse eran las de la Zona del Creador, Brahmaloka.

Esta entidad, que era una manifestación de la Humanidad, llegó a creer que "él" era realmente el creador del universo que estaba contemplando a su alrededor. Él no recordaba que llegó desde un mundo anterior que había sido destruido, y él apareció como si hubiera nacido sin ningún padre.

En ausencia de pruebas contrarias, él cayó en la ilusión de ser el único creador del mundo emergente que estaba contemplando.

J.M. Reynolds comenta:

En realidad, la manifestación de este universo fue debida al karma colectivo de todos en ese grupo, y a la propia manifestación individual de él, que como un caso de nacimiento fantasmal, fue debida a su propia gran reserva de karma meritorio que llegaba a su maduración en ese tiempo, porque las condiciones secundarias necesarias estaban presentes.

Sin embargo, él persistió en su falsa ilusión, en esta idea de que él era el verdadero Creador del universo porque él fue el primer nacido dentro del sistema solar evolutivo y no vio a otros allí antes de él.

Pero esta creencia era sólo su limitación y su oscurecimiento, una ignorancia primordial de su verdadero origen.

Todo esto, reconozco, para el juicio de algunos aparenta ser ciencia-ficción de la mejor.

La correlación punto por punto de los elementos budistas y gnósticos aquí es fabulosa. El "nacimiento fantasmal" del delirante Creador tiene un paralelo con el "aborto" del Mito de Sofía. La falsa ilusión del autoproclamado Creador es idéntica en ambas narrativas. El gnóstico Demiurgo también es "nacido dentro del sistema solar evolutivo" y "no vio a otros antes de él".

Yaldabaoth es el jefe de los Arcontes, las entidades que son así llamadas porque ellas surgieron primero, antes de que la Tierra, el hábitat de la Humanidad, fuera formada. La palabra Arconte proviene del griego archai, "origen, comienzo, desde el principio".

Parece que la zona intermedia, el inferior Rupadhatu, corresponde al caos exterior del mito gnóstico.

Allí es donde surge el Demiurgo, apareciendo de la nada:
"un caso de nacimiento fantasmal".

Yaldabaoth es ciego (en copto, BILLE) e ignorante de sus verdaderos orígenes. En la narrativa budista como en la gnóstica, la ignorancia primordial del Creador contaminará a la raza humana entera.

Los paralelos son asombrosos y consistentes, excepto en un punto: Los textos gnósticos no dicen nada sobre el Demiurgo como teniendo "su propia gran reserva de karma meritorio".
Sin embargo, ellos describen cómo Yaldabaoth y los Arcontes son beneficiarios de la sabiduría cósmica de Sofía, la diosa que los genera.

El gnóstico Demiurgo es una entidad vacía, parecida a un clon, incapaz de crear algo, pero a pesar de ello la maravilla del mecanismo de relojería del sistema planetario es creada mediante él (y sus agentes) por los poderes ocultos impartidos por Sofía.

Hay quizás un paralelo aquí, después de todo, pero es ciertamente extraño pensar en el Señor Arconte como una entidad que tiene una provisión de buen karma.

Egolatría Cósmica

La deidad de Brahmaloka es delirante, pero tal vez no tan desquiciada como es retratado siéndolo Yaldabaoth. En ambos casos, el núcleo de la ilusión es el sentido del yo, la creencia en la existencia de un yo duradero.

Reynolds dice que la ilusión de la despertada entidad fue,

"la primera aparición del ego o la creencia en la existencia real de un yo, en nuestro universo".

La ilusión del ego no es la causa del universo que contemplamos, pero es el factor principal en nuestra percepción errónea del universo. Esta observación concuerda muy de cerca con la teoría gnóstica del error.

El drama continúa, ya que el resto de la Humanidad transmigradora no ha despertado todavía a su vida en el sistema del nuevo mundo.

"Por cuanto él fue el primero entre los Brahmas en haber nacido de nuevo en Abhasvara, él llegó a ser conocido como el Mahabrahma o Dios".

Después de existir en un solitario esplendor durante muchos eones mientras "el sistema solar se desarrollaba" (Reynolds), Mahabrahma anheló sujetos para que presenciaran su gloria.

En el mismo momento en que él sintió este deseo, el karma de los otros no despertados Brahmas maduró, y ellos emergieron desde su sopor en el bardo [en tibetano, estado intermedio o de transición].

Al instante, Mahabrahma les declaró:

"¡Yo soy Dios, vuestro Creador!".

Esto era absurdo, porque estos seres surgieron debido a su propia maduración kármica y no por una orden de él o su conjuro creativo.

Mahabrahma entonces,

"organizó a estos innumerables seres que estaban apareciendo en el espacio en torno a él en jerarquías celestes bien ordenadas".

En la narrativa gnóstica, Yaldabaoth, el Señor Arconte, les ordena a sus acólitos parecidos a clones que creen un despliegue virtual (stereoma) de mundos jerárquicos que reflejen el caleidoscopio fractal viviente de las corrientes conscientes y animadas del Pleroma, el núcleo galáctico.

El Demiurgo sólo puede imitar, él no puede crear u originar. Los textos gnósticos son claramente sarcásticos en la descripción de las jerarquías celestes de los Arcontes, porque para los gnósticos toda esta pretenciosa cursilería celestial no tiene nada que ver con la maravilla de la vida que se desplegará en la Tierra, el reino donde Sofía está encarnada.
La Tierra es donde la Humanidad surge. Es el hábitat único del Anthropos.

La enseñanza gnóstica es inequívoca en la diferencia entre las especies producidas por el descenso de Sophia y la especie humana. De manera interesante, la narrativa budista no hace tal distinción. En ella se relata que Mahabrahma llegó a estar rodeado por crecientes números de humanos reencarnados, transmigrantes del mundo cuyo sol se convirtió en una nova.

Estos Brahmas menores forman su séquito, y ellos creen absolutamente que él es el creador del reino donde ellos ahora se encuentran.

El mito budista de la creación especifica todas las diferencias entre los seres que surgen alrededor de Mahabrahma y los seres humanos:

"Gradualmente, como el tiempo transcurrió, debido a la presencia de una serie de causas secundarias, algunos de estos Brahmas ingresaron en el ciclo de la existencia material y comenzaron a ser renacidos en la superficie de la recién desarrollada Tierra, primero como animales y luego más tarde como seres humanos"(p. 100).

La narrativa budista le sigue la pista a la transmigradora Humanidad desde un planeta cuyo sol se transformó en una estrella nova hasta la Tierra que habitamos, un alcance visionario notable.

A diferencia del símil gnóstico, ella no distingue en el séquito de Mahabrahma entre los seres humanos y los Arcontes, la legión de clones que sigue al Demiurgo. El relato budista no hace ninguna declaración en absoluto sobre entidades no-humanas en el Sistema Solar. La narrativa gnóstica permanece absolutamente única en lo referente a aquel factor.

Además, la tradición budista asume que la Tierra pertenece al sistema solar que surge debajo del plano Rupadhatu, pero la tradición gnóstica considera que la Tierra realmente no pertenece al sistema planetario sino que simplemente está atrapada por él.

Estas correlaciones gnósticas-budistas son extraordinarias, tanto en lo que ellas divergen como en lo que convergen.

Hay más reflexiones sobre el creacionismo y el egotismo cósmico, que se encuentran en los trabajos del sabio Nyingma, Long Chen Pa, en la parte concluyente de este ensayo.

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