miércoles, 26 de noviembre de 2014

NO TE CREAS LA PELÍCULA

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¿Alguna vez te has preguntado por qué razón te emocionas al ver una película?
¿Por qué razón te preocupas por las andanzas del personaje protagonista?
¿Por qué razón lloras, ríes, o pasas miedo?
Tratar de responder a estas cuestiones aparentemente tan anecdóticas puede ayudarnos a entender el por qué de muchos mecanismos mentales que se accionan en nuestra vida cotidiana.
Pongamos un ejemplo.
Supongamos que estás en el cine viendo una película.
Para empezar, analicemos la realidad tangible de las cosas: tú estás sentado en una sala con otras personas. Tienes un nombre, una identidad y unas circunstancias propias que te caracterizan.
Ante ti no hay nada más que una pantalla perfectamente delimitada en la cual se proyectan secuencias de imágenes y se escuchan una serie de sonidos.
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Sabes que fuera de la sala hay todo un mundo y conoces sus características y sus lógicas de funcionamiento. Sabes que hay casas, electricidad, coches, aviones, hombres, mujeres, mascotas, gobiernos, política, religión, cultura, costumbres, ropa, etc…
Al mirar a la pantalla sabes que estás viendo un filme y sabes en qué consiste: hay unos actores disfrazados y maquillados, rodeados de cámaras y focos, tras los cuales se agolpan decenas de personas. Sabes que todo lo que dicen ha sido escrito previamente y que todo lo que les rodea es un simple decorado y que los saltos de imágenes y los cambios de plano forman parte de un montaje que alguien ha realizado para narrarte visualmente una historia.
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Es obvio que sabes todo eso.
Y lo sabes gracias a tus mecanismos mentales de detección de la realidad, mezcla de tus conocimientos adquiridos y de tu percepción sensorial.
Sin embargo, cuando ves una película, decides situar tu mente en un estado especial: permites que tu psique bloquee todos esos mecanismos de detección de la realidad; de hecho, prácticamente los desactivas, dejándolos en hibernación, en una especie de estado de funcionamiento latente, en segundo plano, como si los muros de ladrillo de tu mente que separan la realidad de la fantasía se volvieran semi transparentes.
Ese estado de desactivación temporal de los mecanismos de detección de la realidad, permite que tu mente acepte nuevas lógicas de funcionamiento que son las que rigen el mundo en el que se desarrolla la película.
Por ejemplo, según esas reglas lógicas, cuando ves la película Alien, la actriz Sigourney Weaver deja de existir.
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Cuando la ves aparecer en pantalla, tú decides ver a la Teniente Ripley, porqué la lógica interna de la película lo dicta así.
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De la misma manera, cuando ves una maqueta de una nave espacial, decides que eso no es una maqueta sino una gigantesca nave espacial llamada Nostromo.
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Y lo mismo haces con ese desagradable muñeco con dientes, mezcla de hormiga y pene, al cual decides ver como un implacable depredador alienígena.
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En otras películas esas lógicas te hacen aceptar como “normal” ver que un tipo con mallas y capa vaya volando de aquí para allá o que un grupo de robots de 30 metros de alto lleguen a la tierra, se disfracen de camión y se mezclen con los seres humanos.
Las lógicas internas propuestas por los creadores del filme pasan a ser las reglas que rigen una nueva realidad ficticia dentro de tu mente y una vez las comprendes y las aceptas, eso permite que la narración visual que ves a través de tus ojos adquiera vida propia en tu cerebro y tenga un sentido lógico.
Hasta tal punto llegas a aceptar nuevas lógicas de funcionamiento, que eres capaz de sumergirte en la historia a pesar de que todo el rato esté sonando de fondo una música de acompañamiento, algo que jamás sucede en tu realidad tangible.
Lo cierto es que si no hubieras desactivado los mecanismos de detección de la realidad de tu psique, nunca llegarías a sentir ninguna emoción al ver la película.
Nunca sufrirías por el destino de la Teniente Ripley, ni estarías temblando ante la posible aparición de ese bicho abominable en cualquier rincón de la nave.
Solo verías actores maquillados esforzándose por parecer creíbles, planos, secuencias, decorados, muñecos y maquetas y todo ello regado con una molesta música de fondo.
Y lo mismo sucedería con todas las series de televisión, con todos los libros que leyeras o con las obras de teatro a las que asistieras.
Resumiendo, cuando vemos una película, inconscientemente realizamos 3 pasos:
-Primero, decidimos desactivar parcialmente los mecanismos de detección de la realidad tangible y sus lógicas de funcionamiento.
-Segundo, aceptamos las lógicas internas de funcionamiento de los mundos o realidades propuestos en la película.
-Tercero, una vez sustituidas las lógicas internas y previsibles de funcionamiento de nuestra realidad tangible por los del filme, nos dejamos arrastrar por el argumento y experimentamos sentimientos de empatía con los personajes y emociones diversas.
La película, por lo tanto, solo adquiere vida en el interior de nuestro cerebro.
Para comprenderlo mejor, pongamos un ejemplo práctico: fíjate bien en lo que sucede cuando lloras al ver un filme.
Muchas veces, cuando una película te emociona, no quieres que las personas que están contigo te vean soltar la lagrimilla, porque a lo mejor te da vergüenza.
¿Y qué haces en esos casos?
Activas de nuevo los mecanismos de detección de la realidad.
Te dices a ti mismo: “¿Pero por qué lloras? ¡Si solo es una peli!”. Entonces decides recordar el nombre de los actores, te imaginas a la gente que hay detrás de las cámaras, los focos, el atrezzo, quién ha escrito el guión y quién dirige la película y tomas plena conciencia de que estás sentado en una butaca y que todo lo que ves ante ti es una ficción.
En ese momento es como si levantaras de nuevo los diques de contención que separan la realidad tangible, de la realidad de fantasía que ha creado tu mente al aceptar las lógicas internas del filme.
Bien, pues estos mecanismos que se activan al ver una simple película, son muy parecidos a los que nos sitúan dentro del Sistema.
ESA PELÍCULA LLAMADA “SISTEMA”
El Sistema funciona de forma parecida a una película que te absorbe por completo hasta que te convierte en espectador y personaje a la vez, con tu propio rol dentro del argumento general.
Como sucede cuando ves un filme, tu mente desactiva muchos de los mecanismos de detección de la realidad tangible y los deja en segundo plano, permitiendo que sean sustituidos por mecanismos ficticios que configuran nuevas lógicas, como las propias de cualquier mundo de fantasía cinematográfico.
Pongamos un ejemplo muy simple: una corbata.
Una corbata es un fragmento alargado de ropa que alguna gente lleva atada alrededor del cuello.
Y punto.
Esa es la realidad tangible de la corbata.
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Pero para alguien que ha permitido que su mente se programe con las lógicas internas del Sistema, una corbata es “una muestra de elegancia, distinción y estatus social y profesional”, a pesar de que como pieza de vestimenta sea inútil, innecesaria e incluso molesta.
Dicho en otras palabras, para alguien que ve la auténtica realidad de las cosas, la corbata es como esa maqueta de plástico que construyeron al hacer la película Alien; pero en la mente de alguien dentro del Sistema, la corbata es la nave Nostromo de 2 kilometros de longitud que viaja a la altura de Saturno y que alberga un peligroso pasajero alienígena en sus entrañas…
Uno ve el mundo real; el otro ve la película caracterizada por sus lógicas ficticias.
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De verdad, este es el nivel de locura en el que estamos sumergidos todos en nuestra vida cotidiana.
Somos una panda de alucinados que nos hemos sumergido tanto en la “película” que nos la hemos creído como si fuera algo real.
Y si no lo creéis así, visionemos algunas imágenes de película.
Primero describimos la realidad tangible que vemos con los ojos y a continuación la ficción que acabamos aceptando al aplicar la lógica interna del filme…
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Realidad: Un actor disfrazado y maquillado / Ficción: Frodo Bolsón tratando de cruzar Mordor para arrojar el anillo único a los fuegos del Monte del Destino con el fin de salvar la Tierra Media
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Realidad: Una marioneta verde / Ficción: Yoda, el sabio maestro Jedi de 800 años de edad que vive retirado en el remoto planeta Dagobah
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Realidad: El muñeco de una señora / Ficción: Representación de la madre de nuestro señor Jesucristo que por sus particulares poderes extraordinarios merece veneración y peregrinaciones periódicas
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Realidad: Un hombre al que le han regalado una chapa por dispararle a desconocidos / Ficción: Un héroe de guerra que luchó valerosamente por su patria con honor y que por ello merece las más altas cotas de reconocimiento en forma de condecoración
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Realidad: Excrecencias de bivalvo / Ficción: Joyas preciosas de gran valor económico, símbolo de belleza, riqueza, estatus social y triunfo en la vida
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Realidad: Linea imaginaria sobre un dibujo / Ficción: Frontera inviolable que separa el territorio de dos naciones soberanas
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Realidad: Un zapato incómodo / Ficción: Bello símbolo de feminidad, elegancia y glamour que siempre realza la belleza de toda mujer que lo calce

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Realidad: Un joven chutando un balón / Ficción: Una gesta deportiva heroica y admirable que merece ser celebrada masivamente como si se tratara del mayor triunfo propio
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Realidad: Un desconocido armado con una pistola / Ficción: Un agente de la ley en quien debes confiar ciegamente por el simple hecho de que va vestido con un uniforme
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Realidad: Un anciano en bata/ Ficción: Un hombre santo que ha obrado tales prodigios después de muerto, que merece veneración
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Realidad: Ilustración de una lata de sopa / Ficción: Una genial e impresionante obra de arte que debe llenarte de admiración y alterar tu espíritu por su extraordinario atrevimiento formal

Y así podríamos continuar hasta el agotamiento. Busca tus propios ejemplos…
Como vemos, el Sistema cambia la percepción del mundo ante nuestros ojos simplemente porque desactivamos los mecanismos de detección de la realidad y aceptamos la instauración de nuevas lógicas de funcionamiento, igual como sucede al ver cualquier película.
Es tan absurdo emocionarte viendo Bambi como emocionarte al ver ondear ese trapo de colores al que llaman “la bandera de tu país”…los mecanismos que se ponen en marcha en tu cerebro son muy parecidos.
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Pues bien, sabiendo esto, quizás ha llegado la hora de dejar de emocionarnos tanto con esta película llamada Sistema, porque además, resulta que es una peli bastante mala.
Pero esa no será una tarea fácil…
Salir del Sistema es como salir del cine al final de la película y volver a la cruda realidad de tu existencia…
Cuando estás en la sala de cine, inmerso en la película, sabes quiénes son los buenos y quiénes son los villanos pues son fácilmente identificables; sabes que allí todo ha sido escrito para tener un sentido y una justificación simple y coherente y que nada se presenta ante ti por azar; dentro de la película todo encaja y todo tiene explicación…
Sin embargo, al salir del cine te encuentras con un inmenso universo fuera de encuadre…un lugar inhóspito en el que los justos no triunfan por el simple hecho de ser justos y en el que no habrá una recompensa garantizada por tus buenas acciones, gentileza del “gran guionista que rige tus destinos”…
Se trata de un mundo terrorífico que parece dominado por el azar, en el que las cosas suceden o no suceden y en el que los acontecimientos no son ni buenos ni malos, sino que simplemente son o no son.
Para no afrontar esta insoportable verdad, los seres humanos hemos creado todas las “películas”…y especialmente esa inmensa película hipnótica que inunda nuestra mente y que se llama Sistema…
Gracias a esa magna obra de ficción, todo ha adquirido sentido durante milenios.
Las tallas de madera se han convertido en dioses poderosos que nos protegen; las palabras pomposas garabateadas sobre papeles viejos, en leyes protectoras que nos han permitido olvidar que venimos a esta guerra sin escudo; y los acontecimientos impredecibles de nuestras vidas, en reflejos de un destino inevitable que ha sido escrito desde alturas insondables con algún tipo de propósito desconocido para nosotros.
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Pero ha llegado la hora de despertar, porque lo que antaño fuera un bálsamo se ha convertido finalmente en un veneno.
Lo que en sus inicios era una buen filme que nos reconfortaba, se ha transformado en un bodrio infumable, repetitivo y pesadillesco que nos está volviendo locos.
Así pues, baja la mirada y mírate los pies…
Sí, ésta es la realidad: estás sentado en una butaca y todo era una película en la que tú ni tan solo eras el protagonista…
Es hora de salir de la sala y respirar de nuevo el aire fresco.
Y aunque resulte duro retornar a ese universo inhóspito donde no hay guionista que proteja al bueno de la peli, lo cierto es que siempre será más grande, brillante y maravilloso que la más elaborada de las películas de ficción…

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