En la práctica la industria petrolera no fue nacionalizada sino estatizada
José Suárez Núñez / Tal Cual
Los contratos con las empresas petroleras transnacionales vencían en 1983, pero el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, que había nacionalizado el hierro, tenía una fuerte presión de distintos sectores de la sociedad venezolana para que adelantara la nacionalización en 1976, y desde esa fecha sectores radicales abrigaban la idea de que no quedara ningún empleado que hubiera trabajado con las transnacionales, y pasar todos los campos, refinerías y la restante infraestructura a laCorporación Venezolana del Petróleo (CVP).
Algunos consultados dijeron que Rafael Caldera también tenía intenciones de nacionalizarla, pero sólo alcanzó a nacionalizar el gas. Los que no pudieron presionar para que traspasaran todo el patrimonio a la CVP, optaron por cabildear para que se convirtiera en un Ministerio, como sucede en algunos países productores del Medio Oriente.Trabajo le costó a Carlos Andrés Pérez, para que no rasparan a los más de 30 mil empleados que trabajaban en las 18 compañías concesionarias por la presión de los estatistas.
En la práctica la industria petrolera no fue nacionalizada sino estatizada. Pero en la mente de los teóricos que acompañaban al difunto presidente Chávez en su arribo al poder, estaban en eso, como lo hicieron, en convertirla en un simple instrumento de la política económica del Estado, y principalmente de sus ingresos de divisas.
Cuando se nacionalizó la industria en 1976 había tres puntos o necesidades estratégicas fundamentales.
1) Aumentar las reservas de crudos livianos que estaban peligrosamente bajas;
2) Modificar el patrón de refinación de las plantas venezolanas ya que el 70% producía combustibles residuales; y
3) Independizarse comercialmente de las empresas extranjeras que eran nuestros principales clientes.
Cuando Venezuela obtuvo el control del petróleo en 1976, las transnacionales habían dejado de invertir en exploración y sólo hacían un mantenimiento primario. La producción no llegaba a 1,7 millones de barriles diarios y fue necesario que transcurriera la mitad de una década para superar la producción de 2,3 millones de barriles diarios. Estaba como asunto focal aumentar la exploración de livianos (que eran y siguen siendo ahora el 20 por ciento de las reservas). Es una regla de oro que los que tengan crudos livianos suficientes pueden competir en el mercado.
Fueron muchos los programas que llevaron a cabo gobiernos adecos y copeyanos para llegar a los descubrimientos de livianos de El Furrial, varias áreas al norte de Monagas, el lago de Maracaibo y el sur fronterizo con Colombia, que fueron compensando la declinación de los livianos, por falta de actividad exploratoria. Ese aspecto está totalmente paralizado en los últimos 15 años, y existen más de 20.000 pozos cerrados, con posibilidades de producir si se toman en cuenta.
Las pasadas administraciones cumplieron la parte más importante del plan de refinación. Cambiaron radicalmente lasrefinerías de Amuay y Cardón, que después las unificaron y bajaron de 70% a menos de 30% la producción de residuales y en su lugar ampliaron la manufactura nacional de gasolinas, diesel, gasolina de aviación y combustible de calefacción, productos derivados de alto valor comercial. Llegó un momento en que se exportaba 1 millón de barriles diarios de esos productos a un mercado internacional exigente.
Actualmente, no hay una semana que no se registre un percance en alguna de las 4 principales refinerías, y con frecuencia los medios identifican que “están en el suelo”. Lo único que ha hecho la administración chavista es incrementar la nómina de unos 60.000 empleados entre fijos y contratados, a 120.000 empleados y para certificar la existencia de miles de “reposeros” basta ver los que reciben la cobertura de la contratación colectiva, y los que no están amparados.
El gobierno compensa sus fallas con su slogan de “al servicio de los intereses del pueblo”, un elemento que no puede demostrarse. Como un caso disperso en refinación, las refinerías de asfalto que estaban en Estados Unidos las vendieron, sin evaluar que se habían instalado para aprovechar el mercado de asfaltos, o de lubricantes nafténicos, para jerarquizar los crudos de menor valor y convertirlos en una ventaja competitiva a precios atractivos, en el mercado de productos.
Lo que se sabe dentro de la restrictiva información disponible, es que el petróleo que va a Estados Unidos (una tercera parte de las exportaciones) se cobra mensualmente y las cifras son públicas. Los negocios con China e India (las otras dos terceras partes) sólo las conoce el gobierno, muchas de ellas cobradas antes del suministro. Como agregado insólito, la factura a Cuba y a la refinería de Cienfuegos en Cuba, que es otra cuenta aparte (superan los 100.000 barriles diarios) y los suministros a PetroCaribe y otras combinaciones raras para los efectos comerciales (200.000 barriles diarios).
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