Después de los escándalos ya registrados en México, Nicaragua y Filipinas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) están siendo nuevamente acusadas en Kenya de haber administrado productos esterilizantes a pacientes haciéndoles creer que los estaban vacunando contra el tétanos.
En marzo y octubre de 2014, la Conferencia Episcopal católica de Kenya, que administra numerosos hospitales en ese país africano, participó en la campaña de vacunación contra el tétanos organizada por la OMS y la UNICEF en marzo y octubre de 2014 para la población de 14 a 49 años. Ante los insistentes rumores que circulaban en el país, la Conferencia Episcopal solicitó al ministro kenyano de la Salud, James Wainaina Macharia, una verificación de la composición de las vacunas.
Ante la negativa del ministro, la Conferencia Episcopal recurrió al laboratorio AgriQ Quest Ltd para que realizara la investigación y los expertos pudieron comprobar que las vacunas contenían entre un 24 y un 37,5% de βhCG (gonadotrofina coriónica humana o human chorionic gonadotropin), hormona producida por el embrión humano durante el embarazo así como por la placenta. El hecho es que un producto portador de esa hormona humana en la concentración mencionada es ampliamente capaz de esterilizar a las personas inoculadas.
El ministro kenyano de la Salud rechazó los resultados de la investigación afirmando que era imposible introducir dicha hormona en las vacunas utilizadas.
La comisión parlamentaria a cargo de los temas de salud invitó entonces el ministerio de la Salud y la Conferencia Episcopal de Kenya a presentarle sus respectivos trabajos. Y, contrariamente a las anteriores declaraciones del gobierno, resultó que las autoridades nunca habían verificado las vacunas antes de utilizarlas.
Finalmente las autoridades presentaron 10 muestras cuyo análisis resultó negativo mientras que la Conferencia Episcopal presentó 9 muestras de las que 3 dieron positivo. Así que el ministerio de Salud se retiró del debate.
Monseñor Paul Kariuki Njiru, obispo de Embu y presidente de la Comisión de Salud de la Conferencia Episcopal católica de Kenya, acudió entonces a los medios acusando a la OMS, la UNICEF y el gobierno kenyano de haber inoculado βhCG a pacientes, de forma deliberada y sin que esto lo supiesen, para esterilizarlos.
La vacuna del tétanos se administra en 3 etapas y una tercera parte de las dosis estaba adulterada con βhCG.
La OMS ha preferido abstenerse de toda reacción al respecto.
fuente http://www.voltairenet.org/
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