lunes, 28 de julio de 2014

DARCE CUENTA



No voy a relatar toda la historia pero si decir que estas investigaciones siguieron hasta nuestros días, y que están realmente avanzadas y dominadas, logrando no sólo la invisibilidad, la teletransportación, y los viajes en el tiempo y dimensionales, sino también la creación de líneas de tiempo alternativas donde los futuros son diferentes para la humanidad. 

La cúspide de esta tecnología es el acelerador de partículas LHC del CERN, la máquina de dios, que no sólo cumple con todas las anteriores funciones tecnológicas, sino que tiene la capacidad de crear realidades físicas (Holocuántica), creando materia en base a la energía del pensamiento, logrado efectivamente por primera vez en 1983, con el proyecto Mountak. Todo esto sumado a la tecnología RMI, Remote Mental Induction, (inducción mental remota) que usa frecuencias en el rango de los 425 a 450 MHz como ventana de acceso a la mente de las unidades de carbono, y amplitudes de onda UV (ultra violeta) para la transmisión de datos, logra que vivamos en una realidad virtual, que ni siquiera llega a ser subjetiva. El problema es que esta realidad que comenzó el 20 de julio de 1943 a las 09.00 horas UTC, lleva indefectiblemente a la destrucción de toda la manipulación, engaño, encubrimiento, pacto, agenda, sometimiento, perversión, sueño, ilusión, mentira, sufrimiento, esclavitud, realidad virtual y subjetiva que nos han impuesto por miles de años. Los oscuros, los hijos de las sombras, los amos, tienen las horas contadas y están desesperados, intentando enmendar el tremendo error que cometieron por su propia codicia. Pero eso no es todo, hay algo más, algo que ni la mente más creativa puede proyectar, algo que sobrepasa todo lo imaginable y a la vez es tan evidente que hasta un niño puede darse cuenta, y está tan fuera de toda lógica que pasa desapercibido. Pero eso es otra historia, en otro tiempo, en otro espacio, y que será contada por ustedes cuando hayan vivenciado el fin del experimento.” EL EXPERIMENTO

“…Pero eso no es todo, hay algo más, algo que ni la mente más creativa puede proyectar, algo que sobrepasa todo lo imaginable y a la vez es tan evidente que hasta un niño puede darse cuenta, y está tan fuera de toda lógica que pasa desapercibido…” 

Pasaron más de dos años desde que escribí esa frase, tiempo suficiente para volver a ser niño si se hizo el trabajo de forma correcta y poder dilucidar el misterio que ella encierra. Cuando uno es niño, la inocencia es la norma por la cual medimos la realidad, es el caleidoscopio por donde se mira la existencia, descubriendo en cada pequeña cosa todo un universo, y reconociéndose uno como parte de ese universo, donde una simple hormiga puede ser el dinosaurio más feroz luchando por su territorio y nosotros, no sólo somos el niño observando la escena, sino la misma hormiga y el mismo dinosaurio sabiendo que es un juego que jugamos.  Cuando crecemos, y dejamos la niñez, también dejamos la inocencia colgada en la rama de algún árbol que antes era una selva, o en el charco de agua que antes era una laguna misteriosa. Lamentablemente, el sistema, ese macabro servidor que nos condiciona y manipula, se ocupa de absorbernos la inocencia y reemplazarla por otros “fluidos” más propicios para sus propósitos, nos inyectan desconfianza, temores, envidia, vergüenza, culpa y mil condimentos más para que funcionemos como adultos y olvidemos por completo la alegría e inocencia de nuestra niñez. Cuando esto sucede, nuestra alma se seca como un fruto marchito, y nuestro corazón sólo sirve para latir y bombear la espesa e insulsa sangre de un vencido. Ese es el momento cuando ya estamos listos para ser consumidos poco a poco hasta secarnos completamente antes de partir. 

Como todo esto no fue suficiente para saciar a los demonios, decidieron que la niñez tenía que desaparecer en la más temprana infancia, y el sistema se ocupó que así sea, se educó para la adultez a quienes tenía que educarse para la niñez, y ahora en vez de inocencia hay una marcada adulta picardía, y las hormigas fueron reemplazadas por “juegos de adultos” donde el sexo, la seducción y la violencia tomaron el rol de los dinosaurios, selvas y lagunas misteriosas, logrando que un niño ahora piense, hable y actúe como adulto. Lo tremendo de todo esto es que los padres lo ven como normal, divertido y hasta festejan la precocidad de sus hijos, cuando realmente le están robando la niñez antes que la tenga, como robaron la suya en su momento. De esta manera se aseguran que adultos y niños no puedan darse cuenta de lo que pasa frente a sus narices, y el secreto quede a salvo.

¿Cuál es ese secreto tan celosamente guardado que ni la mente más creativa puede proyectar, y es tan evidente que hasta un niño puede darse cuenta? Ese secreto que no quieren que sepamos porque sería su fin, marcando el cierre de la octava que comenzó el 20 de julio de 1943 y que los llevará a su fin, es que somos niños jugando a ser adultos, y en cuanto nos demos cuenta que esto es real, que somos niños, nada podrán hacer para detener su inevitable caída a las profundidades del abismo, pues a un niño no se le puede engañar porque sabe que el feroz dinosaurio, es en realidad una frágil e insignificante hormiga.



Nota:
Inicialmente titulé este artículo "DARCE CUENTA", en un juego de palabras con un propósito definido, pero luego decidí cambiarlo porque este juego no sería comprendido y desviaría la octava con observaciones ortográficas innecesarias. Igualmente lo expongo para el que quiera jugar un rato a "descubre el porque". El último que se anota es cola de perro...Juguemos un rato.


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