En verdad es difícil definir al anarquismo porque no se trata de ningún credo dogmático. Hay además muchos tipos de anarquismos (pacifistas, terroristas, individualistas, socialistas, organizacionistas, anti-organizacionistas, sindicalistas, tolstonianos, etc.).
Si tuviéramos que buscar un denominador común, podría decirse que se trata de una concepción ética y política que se rebela contra todo tipo de autoridad del hombre sobre el hombre. Más allá de las pequeñas diferencias que existan entre los distintos anarquistas (y distintos anarquismos), es preciso entender que en el fondo todos buscamos lo mismo y que es mejor la asociación a la confrontación.
El anarquismo es sin dudas la corriente política sobre la cual se han vertido la mayor cantidad de mentiras. Estas deformaciones de la realidad son un concomitante lógico: a las estructuras de poder les interesa impedir el entendimiento del anarquismo ya que éste es contrario a las mismas, es por ello que recurren a la deformación y la demonización. Se utiliza el término anarquía como sinónimo de desorden y caos, se describe a los anarquistas como terroristas; toda esta manipulación del psiquismo humano crea, en fin, un “imaginario colectivo” y se justifica, así, el discurso del orden y el poder.
Etimológicamente la palabra anarquía deriva del griego: a, negativo, y arkhein, autoridad. El anarquismo no es una idea muy difícil de comprender, básicamente quiere decir dirigir la propia vida en lugar de ser gobernado por otros. No se trata de una cuestión “filosófica” sino del sentido común. El anarquismo no es algo que pueda ser “creado” por los intelectuales. Incluso critica a los intelectuales diciendo que tienden a hacer que las cosas fáciles parezcan difíciles por razones de dominación y de privilegio personal, de manera tal que se vuelven personas importantes diciendo cosas que nadie entiende.
JUSTICIA
Con respecto a la justicia, las sanciones autoritarias no consiguen solucionar conflictos; las prisiones, lejos de proporcionar bienestar, aniquilan todas las cualidades y capacidades que hacen que el hombre viva en sociedad. Ante esta situación los escépticos podrían afirmar que una sociedad sin la autoridad de un magistrado viviría en el caos y en cierta forma tendrían razón, es un error confundir al anarquismo con una utopía en donde no existen los conflictos, pero también es cierto (y lo podemos ver con facilidad) que los legisladores, los jueces y las prisiones no solucionan los problemas de la sociedad. La diferencia radica en las vías para solucionar esos conflictos: si por medios argumentativos o por medios contraprestatarios y/o coactivos. El delito no se elimina por medio de la represión, “si queremos eliminar el crimen, debemos eliminar las condiciones que lo hacen posible”.
Podemos concluir, entonces, que el anarquismo critica al libre albedrío teológico y afirma que, ya que el hombre no es más que el resultado de su medio, “no existe otra política criminal honesta que la generación de las condiciones sociales que tornen improbable el crimen”.
Para el anarquismo no hay un solo contrato establecedor de un Estado que quite la libertad; sino que los hombres, en ejercicio de su libertad de asociarse, celebran una multiplicidad de contratos que conforman, mediante su “espontáneo movimiento”, el Derecho.
PROPIEDAD
La palabra propiedad puede ser utilizada con distintos significados. Si le preguntáramos a un conocido anarquista ¿qué es la propiedad? Nos respondería inmediatamente “¡la propiedad es el robo!”. La obra de Proudhon está dedicada a demostrar que la propiedad es imposible, en ella critica la santificación que hacen del derecho de propiedad los juristas como Pothier y demuestra como la propiedad es lo que da origen al Estado y al Derecho.
La propiedad es madre de la desigualdad: de la civil (explotación del trabajo ajeno) y de la política (gobierno del hombre sobre el hombre).
¿Puede haber igualdad existiendo la propiedad? ¡Claro que no! Aún cuando todos fuéramos propietarios de lo mismo no habría igualdad puesto que las necesidades de los hombres no son siempre iguales. Entonces, si hiciéramos esto, tendríamos personas que no serían satisfechas y otras que por el contrario gozarían de un excedente y acumularían riqueza; es ahí en donde la propiedad genera la desigualdad. La propiedad da el derecho de exclusión de la cosa propia y esto atenta contra la igualdad; la propiedad mata la sociedad y es por ello necesario que la sociedad mate la propiedad.
El anarquismo se opone a la propiedad, ésta no debe existir. Como remedio contra la misma Proudhon presenta la ocupación, así nos dice: “La ocupación no sólo conduce a la igualdad, sino que impide la propiedad”. Este autor otorga al ocupante la calidad de poseedor y usufructuario de la cosa, excluyéndolo de la propiedad de la misma e imponiéndole la obligación de conservación de ésta. Y, a diferencia del propietario que tiene el derecho de abusar de la cosa, el ocupante sólo puede servirse de ella en la medida de su necesidad.
Los anarquistas encuentran en la propiedad el origen de todos los males y es por ello que concluyen afirmando que suprimiendo la propiedad y conservando la posesión desaparecerán los privilegios y la servidumbre, se cambiará la ley, el gobierno, la economía y las instituciones; y se logrará, así, eliminar el mal de la tierra.
ESTADO
El Estado niega la libertad, la igualdad y la fraternidad: la primera con el Derecho que se dedica a reprimirla; la segunda con la propiedad que otorga el derecho de exclusión; y la tercera con la educación (formal) que prepara a las personas desde pequeñas para ser enemigos mutuos. Veremos ahora la gran negación de todo ideal libertario y de la vida anarquista: el Estado.
Un anarquismo extremo o “puro” se opone a todo tipo de institución jerarquizada como por ejemplo la familia, la escuela, la fabrica, la iglesia y el Estado. Sin embargo, hay tantos anarquismos como anarquistas, pero en lo que todos los anarquistas coinciden es en la abolición del Estado.
Existen dos tipos de teorías que intentan explicar el origen del Estado: la teocrática y la contractualista; estas doctrinas, lejos de discrepar, se complementan. La primera señala que el Estado es la representación terrenal de Dios y la segunda lo legitima en un pacto social necesario para la protección de la humanidad.
Para los anarquistas (excepto los tolstonianos) Dios no es más que una invención del hombre para justificar la explotación humana; es el hombre quien crea a Dios a su imagen y semejanza para adueñarse de él. Los intermediarios divinos que son dueños de la palabra del Señor se encargan de gobernar y dirigir en su nombre a la especie humana, por esto mismo es que Bakunin afirma que no existe ni puede existir Estado sin religión.
Para la teoría contractualista el Estado surge producto de un pacto social necesario para restringir los derechos naturales de las personas. Ésta limitación de los derechos y libertades se hace necesaria para los contractualistas debido a que tienen una concepción antropológica negativa del hombre pre-Estado. De esta manera, el Leviatán surgiría del temor que existe entre los hombres con la función de hacer seguro ese miedo; esto lo logra mediante la creación de un Derecho positivo represor y la utilización de la prisión como medio de “reeducación” y, principalmente, de aislamiento de aquellos que no respetan la norma.
Los anarquistas arremeten contra la tesis contractualista. El Estado no surge de un pacto entre hombres libres, sino de la imposición violenta de un grupo organizado de hombres fuertes que someten a los mas débiles y los gobiernan manipulando el miedo (Nietzche). El Estado contraría sus propios fundamentos, es el “agresor supremo” y su naturaleza no es persuadir, sino imponer y obligar.
Aunque el Estado es la negación misma del anarquismo, en la actualidad hay anarquistas, que influenciados por las catastróficas consecuencias del achicamiento estatal producto del neoliberalismo económico, afirman que al corto plazo los anarquistas deben proteger al Estado ya que es éste el único capaz de impedir el abuso de los capitalistas privados y asegurar una mejor transición al anarquismo (Chomsky).
Esta corriente de pensamiento es altamente cuestionable desde la óptica anarquista. Chomsky se equivoca al confundir el achicamiento estatal con la desaparición del Estado. El neoliberalismo, lejos de dar vida al triangulo virtuoso (libertad, igualdad y fraternidad), se dedicó a profundizar más aún sus vicios, y el Estado neoliberal fue cómplice de esto. Aún cuando fue un Estado mínimo siguió protegiendo la propiedad privada, sancionando leyes represivas y estableciendo la educación formal; aún cuando aparentó estar ausente estuvo más presente que nunca, negando, como siempre, la libertad, igualdad y fraternidad.
CONCLUSIÓN
Estaría bueno que meditemos sobre la propuesta anarquista, y que sea cada uno quien saque sus propias conclusiones. Sin embargo me permito hacer una reflexión final sin ánimos de influenciar ni convencer.
A primera vista parece que el anarquismo es un imposible pero, sin darnos cuenta, no hace mucho tiempo fuimos testigos de lo que pudo ser una revolución anarquista: en diciembre de 2001 se vivió en la Argentina un momento único en su historia en donde integrantes de distintos sectores sociales hicieron a un lado las banderas políticas y se unieron para dar un claro mensaje contra-poder en el grito de “que se vayan todos”; este grito no se quedó sólo en una manifestación en plaza de mayo, se convirtió en asambleas barriales y en mercados alternativos conocidos como “ferias del trueque”. Por desgracia el Estado se dedicó a ahogar este grito, primero a través de la represión policial en las manifestaciones de aquel diciembre y luego haciendo sentir el temor de que si la protesta prosperaba volvería aquel pasado terrible de la década del 70 (dictadura). Y, una vez más, el Estado se impuso por la fuerza y el miedo.
La palabra anarquía suele ser utilizada para significar caos, terror y desorden; sin embargo no se la utiliza como sinónimo de libertad, igualdad y fraternidad. La inadecuada educación y la desinformación son el principal obstáculo a vencer si el anarquismo desea prosperar. Muchas personas no saben lo que es esta forma de vida y pertenecen a ella sin siquiera darse cuenta. Es fundamental la tarea de los anarquistas que deben informar de aquello que las escuelas no enseñan o enseñan mal y los medios de comunicación callan o deforman. Una buena educación está destinada a crear independencia en el pensamiento, y a otorgar un sentido crítico y reconstructivo de la realidad. Una buena educación no es la que imparte la escuela en donde el conocimiento se recibe por obligación, sino, en donde se recibe como el mejor de los regalos (Einstein)
Aunque sean muchos los anarquistas y muchos los anarquismos quienes se sientan anarquistas deben dejar de lado las pequeñas diferencias que tienen con sus compañeros y poner el acento en las similitudes para recorrer todos el mismo camino; de lo contrario la anarquía nunca podrá prosperar.
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