sábado, 22 de agosto de 2015

MARLON JIMÉNEZ ¡Apocalipsis comunista!

El comunismo, que lo mismo da decir, socialismo o marxismo (Fidel dixit…) promete un paraíso terrenal si se abandonan las creencias y se pierden los escrúpulos. La meta, aparentemente, es seductora: una sociedad en que reinará la abundancia para todos, en que no habrá desigualdades; el paraíso en la tierra: olvidemos el cielo, la religión (que Marx llamaba el opio de los pueblos) y, sin Dios, construir la sociedad perfecta. Afirma en plenitud, la característica planteada en “El Príncipe” de Maquiavelo que “el fin justifica los medios”; es decir, cualquier medio es lícito: mentir, asesinar, etc, para instaurar ese paraíso en el mundo: la sociedad sin clases en que todos, tendrán de todo.

El comunismo predica el odio organizado contra clases, ideologías y dogmas que le resultan opuestos. El comunismo, repite la voz de satanás cuando dijo “comed de ese fruto y seréis como Dios”. Y para hacer de personas normales, hombres y mujeres, capaces de los mayores crímenes por la causa, tiene que arrancarles la creencia en Dios. Por ello, además del ateísmo militante que se traduce en activa propaganda de la negación de Dios, procuran introducirse – lobos con piel de ovejas – con palabras dulces entre los creyentes a quienes aseguran que respaldan su fe para ir poco a poco erosionándola y oponiéndola a sus valores religiosos. No ha existido en toda la historia política del mundo un gobierno comunista: en Europa Oriental, Europa Central, Asia, y en América (Cuba) que no haya llegado al poder por la vía de la violencia, de la muerte, de la persecución implacable contra aquellos que lo adversan.

En el caso que nos ocupa, el comunismo es el culpable de nuestros males y no me voy a referir al plano económico, por qué es obvio, la realidad del desmadre causado a los venezolanos de todos los estratos sociales, para poder: comer, medicarse, vestirse y que ha modificado radicalmente su forma y calidad de vida. El comunismo se ha valido en  toda su maldecida trayectoria en el contexto político mundial, en base a las debilidades de los pueblos: a la injusticia social y a las necesidades humanas, utilizando a ingenuos, ignorantes y a un reducido número de “intelectuales bohemios” como cebo contra la injusticia y la miseria. Lamentablemente para ellos, están al descubierto, solo con la caída del muro de Berlín, pasaron a convertirse en la clase política más repudiada en el concierto de la paz, del pluralismo político y de la libertad en el mundo.

El aspecto axiológico comunista es preeminente en su accionar político; la ausencia de escrúpulos y de la ética como potencialidad positiva del ser humano lo lleva a desplazarse como un delincuente cualquiera para lograr sus objetivos ideológicos. En nuestro país, aun cuando faltan algunos elementos esenciales, para definir el Estado en toda su estructura organizativa, como comunista (Constitución Nacional) si tenemos, de hecho, un Estado comunista forajido; prueba de ello: es el máximo tribunal de la República (TSJ), el Consejo Nacional Electoral (CNE), el Poder Moral; todos ellos están al servicio y secuestrados por el poder Ejecutivo (engendro heredero, ahora y el difunto,  antes), igualmente el resto de las instituciones del Estado, excepto aquellas que “constitucionalmente” son independientes en su accionar y filosofía de acción.

El contrabando, el bachaqueo, y el aumento geométrico de la delincuencia en el país, es precisamente gracias a la impunidad del régimen para combatir a sus aliados: los militares (todos los componentes incluidos) son beneficiados por esas políticas, a ellos se les debe en gran parte el desarrollo y crecimiento de esas actividades ilícitas y a los grupos armados de la revolución (colectivos, paramilitares, otros) las muertes por robo, secuestro y sicariato. Salir del comunismo es el cambio, no hay otra opción, el 6D, comienza a construirse una Venezuela verdaderamente libre. Evitemos el apocalipsis en nuestra tierra.

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