Ver para creer, y creer para ver. como sea, veremos cual es el desenlace de lo que acontece en Grecia y sus consecuencias para la UE
La noticia es sin duda una de las más relevantes de lo que llevamos de año y sus consecuencias se dejarán sentir en medio mundo: “Syriza no ratificará el TTIP”. Con este título la influyente agencia de noticias EuroActiv anunciaba una decisión que, como todo lo que tiene que ver con el TTIP, ha sido silenciada e ignorada por los grandes medios españoles.
El anuncio, hecho por el ministro griego de Exteriores, Georgios Katrougkalos, es muy contundente:
“Puedo asegurar que un Parlamento donde Syriza tenga la mayoría nunca ratificará este tratado. Esto es un regalo no solo para el pueblo griego sino para todos los pueblos europeos”
Y aquí está el quid de la cuestión: aunque el TTIP es un tratado a nivel global que pretende reformar las reglas del comercio de todos los países de la UE con Estados Unidos, el hecho de que un solo país de la UE se niegue a ratificarlo significaría el fin de dicho tratado.
Habrá que estar atentos a la evolución de este anuncio. Los poderes económicos y políticos favorables al TTIP son enormes. Gobiernos como el de Alemania, Estados Unidos o España son algunos de los principales impulsores del TTIP. Paralelamente, las corporaciones transnacionales más importantes del mundo ven en el TTIP una oportunidad enorme para aumentar sus beneficios. Es en este escenario que el nuevo gobierno de Syriza está dispuesto a usar su derecho a veto para enterrar un tratado que hace años se intenta imponer desde los más altos poderes políticos y económicos mundiales.
¿Podrá Grecia, un pequeño país acosado por las deudas frenar a las más grandes potencias económicas? Desde un punto de vista democrático si. El Parlamento griego, haciendo uso de su soberanía puede. Ahora habrá que ver el respeto que tienen por esta soberanía y por la democracia todos los grandes poderes a punto de perder una oportunidad de oro para sus intereses.
Sin duda la batalla que queda aún por librar será muy larga y difícil. Una batalla que requerirá –como siempre cuando se trata de enfrentarse al poder– enormes dosis de movilización popular. Ni Syriza, ni Varoufakis ni todos los Tsipras del mundo podrán hacer nada sin un pueblo (sin unos pueblos) organizados y conscientes.
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