Para que vean la realidad de mi país y dejen de creer en este gobierno forajido que dice que lo atacan cuando son promotores de miedo, zozobra y violencia. Vuelvo y lo repito, Venezuela se ha convertido en un experimento de la élite como lo fue y es Cuba, solo somos bajas casuales en sus intenciones de que mendiguemos mientras ellos, idiotas de siempre viven en la opulencia, sin darse cuenta de que mañana pueden ser ellos. He de aclarar, que no traigo esto a colación queriendo ser amarillista, si no para sembrar conciencia de lo que verdad está ocurriendo de primera mano pues lo vivo todos los días, lo veo todos los días, lo siento todos los días. Ver la miseria en las calles es doloroso, y ver como se ríen de nosotros lo es más. Ver como personas valiosas abandonan cada día este país es sangrante, pues la miseria se palpa y hasta se vive, solo espero que no apoyen iguales iniciativas en otras partes del mundo, pues el populismo solo lleva a la miseria. Sean sus salvadores, y no dejen en mesías la voz del cambio que debemos y deben dar, no repitan el caso Venezuela.
Un poco más de dos años tienen habitadas las 10 torres de la Misión Vivienda ubicada en el puente Los Leones de El Paraíso, en el sector La Paz. Paradójicamente, quienes allí viven dicen que “la paz” que tanto les ofrecieron cuando les entregaron las llaves de sus apartamentos no termina de llegar a sus hogares. Y es que las bandas armadas se apoderaron de cada espacio, al punto de llamar a los edificios con nombres de penales como El Rodeo I y II, Yare y Tocorón.
La inseguridad rodea a cada uno de los 192 apartamentos.
Residentes deben lidiar con eso, y con las múltiples ventas de licor, cigarrillos, y drogas.
Sujetos armados se pasean por los pasillos, y las áreas comunes fueron tomadas para organizar actos delictivos e incluso sirven como depósito de motos robadas.
Entre los habitantes hay funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, de la Guardia Nacional Bolivariana y del Cicpc.
A juicio de los propios vecinos, “ellos pecan por omisión y por su seguridad. No se pueden arriesgar, ni poner en peligro a sus familiares”.
En esas torres el poder lo tienen cuatro bandas delictivas.
Cada organización, según investigaciones hechas por funcionarios policiales, tienen más de diez miembros.
Las armas automáticas y largas son exhibidas para dejar claro “quién tiene la fuerza”.
Cuando se es visitante, se corre el riesgo de ser asaltado. Como no es cara conocida, los sujetos se activan y preguntan todo: quién es, para dónde va y con quién. Que lo despojen o no de sus pertenencias, depende de la persona que lo haya llevado hasta allí.
Uno que no corrió con suerte fue Edgar Briceño Da Silva, de 24 años. Con apenas una semana viviendo en la Torre A fue asesinado a tiros el jueves 8 de enero de este año, a las 5:00 de la tarde. Su familia no supo las causas, pero algunos residentes, un mes después, dijeron que “eso le pasó por violar las leyes de aquí”.
Aparentemente, el joven estaba enamorado de una muchacha del edificio, a quien conoció finalizando el año 2014, y con quien se mudó el 31 de diciembre.
Todo indica que “se fijó en la mujer equivocada” y esa falta se la cobraron con la vida.
Como pasa en las cárceles, nadie puede violar territorios ni pretender tomar decisiones.
Una fuente explicó que los espacios tienen límites geográficos, y que cada banda tiene su terreno y área de mando.
Los miembros son sujetos expresidiarios o con un amplio prontuario policial.
Muchos se escudan laborando como mototaxistas, lo que les sirve para robar motos y llevarlas a los depósitos de cada torre, que son los espacios donde debería ir la basura.
Todos tienen candados y los líderes de cada organización disponen de las llaves.
Allí no entran los policías, a excepción de los que habitan. Sin embargo, en octubre del año pasado, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminal¿ísticas (Cicpc) realizó allanamientos en algunas torres, pues allí detuvieron a varias personas implicadas en el crimen del diputado oficialista Robert Serra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario