¿Qué
son las entidades o parásitos energéticos? Este tipo de bloqueo sale mucho en
nuestras sanaciones espirituales, ya que son muy habituales. Queremos exponeros
aquí este artículo cogido de “Destacado
by Sailor” ya que consideramos que lo explican a la perfección y
que os será muy útil.
El
artículo dice así:
“La intrusión astral se produce cuando una o varias entidades
pertenecientes al plano comúnmente conocido como astral o etéreo se introducen
en el campo energético de un individuo humano, con o sin su expresa
autorización, fundiéndose parcial o totalmente con la mente subconsciente del
individuo. Estas entidades se abastecen, como parásitos, de la energía vital
del individuo y a través de él se relacionan con el medio externo, obteniendo
de éste último todo aquello que desean.
La
intrusión astral no implica posesión, aunque ésta no se descarta. Un individuo
puede desarrollar una vida absolutamente normal sin ser jamás consciente de que
su “espacio” ha sido ocupado por diversas entidades adheridas a él.
Hay
diferentes tipos de entidades parasitarias. Su grado de seriedad depende de
muchos factores. La más común es la producida por la consciencia de entidades
humanas descarnadas, es decir, seres humanos que por algún motivo no han
completado el proceso de transición después de la muerte del cuerpo físico,
quedando “atrapados” con o sin su consentimiento en el estado intermedio o bajo
astral. También hablaremos de las entidades demoníacas y de parásitos
semi-conscientes o larvas astrales. El tema de las entidades demoníacas es muy
complejo y para comprenderlo en su totalidad es necesario que el lector se
familiarice con determinados conceptos relacionados con el sistema de control.
Después de la muerte física
Después
de la muerte física el cuerpo etéreo, también llamado cuerpo sutil o astral se
separa del cuerpo físico. La energía de un ser humano se halla almacenada
dentro del cuerpo etéreo; la información correspondiente a la personalidad o
falso yo, con toda la gama de patrones emocionales y residuos físicos de las
experiencias acumuladas durante la vida física, se halla registrada en este
campo energético, incluyendo las experiencias de otras vidas.
Envuelto
en este cuerpo sutil, el ser se dirige hacia la luz, la cual está siempre
presente. Los espíritus guías se acercan para recibir al espíritu del recién
difunto. Los espíritus guías no tienen una forma definida, pueden parecer
ángeles, personas queridas o pueden ser simplemente, formas de energía. Los
espíritus de los familiares o seres queridos pueden hacer de guía, y aunque
éstos no posean forma, el difunto los reconocerá por la vibración de sus
almas. Si el que viene no tiene una forma definida, los ojos, que son
considerados las ventanas del alma, serán la clave para que se efectúe el
reconocimiento. Esto es importante ya que muchas entidades, cuyo propósito no
es, precisamente, el de guiar al recién llegado, se hallan a la espera de poder
“engañar” a los ilusos. Éstas son entidades del servicio a sí mismo que buscan
atrapar a aquellos espíritus que no posean el conocimiento suficiente para
defenderse. De acuerdo a William Baldwin, los ojos de dichas entidades son
negros, ya que carecen de luz.
Aparentemente,
hay una barrera o un portal por el que hay que pasar para poder entrar
completamente en la luz. Si el espíritu del difunto se mueve más allá de ese
portal, avanzará hacia la 5ta densidad, a la cual van las almas de todos los
seres después de la muerte. Al morir, el cordón de plata que une al espíritu
con el cuerpo físico en la tercera densidad se rompe definitivamente.
Sin
embargo, no todos los espíritus fallecidos siguen su camino hacia la luz.
Algunos se pierden en el camino, ya sea por decisión consciente o por simple
ignorancia, muchos quedan atrapados en el estado entre la quinta densidad y la
densidad física, la tercera densidad. Algunos autores denominan dicha zona como
bajo astral, zona gris o zona intermedia. Aquel que no traspasa el portal,
vagabundea por dicha zona y puede que encuentre a algún ser humano al que
adherirse para poder seguir disfrutando de las actividades inherentes a la vida
física.
De
ésta forma, el espíritu descarnado se une de forma parcial o total a la mente
subconsciente de un individuo “vivo”, ejerciendo un determinado grado de
influencia en los procesos mentales, las emociones, la conducta y el cuerpo
físico. De esta forma la entidad se vuelve un parásito en la mente del huésped.
Una víctima de esta condición puede resultar totalmente amnésica durante
episodios de completa toma de control por parte de la entidad.
Hay
una gran cantidad de razones por las cuales un individuo no completa su
transición. Como ejemplos podemos citar:
Una
muerte traumática o repentina puede tomar por sorpresa a la entidad,
produciendo un trauma en la conciencia del espíritu recién difunto. Dicha
muerte puede provocar diversos estados emocionales que pueden ir desde la
sorpresa hasta la furia, el miedo, la desesperación, la culpabilidad, el
remordimiento, etc. Puede que la entidad se niegue a aceptar su muerte física o
quizá sea inconsciente de que ésta se ha producido.
Las
emociones, sean estas de carácter positivo o negativo, que rayan en la obsesión
actúan como un ancla que impide la partida de la entidad. Por lo tanto, los
sentimientos de odio, culpa, remordimiento, furia, e incluso excesivo amor,
pueden interferir con la transición.
Falsos
sistemas de creencias sobre la vida después de la muerte pueden evitar que el
espíritu se dirija hacia la luz; puede que la experiencia de la muerte no
coincida con las falsas expectativas o nociones preconcebidas de cómo debería
ser el “más allá”.
La
muerte por sobredosis de drogas o alcoholismo puede provocar que el espíritu
del difunto conserve el apetito o el deseo de consumir tales sustancias; al
encontrarse en un estado de conciencia-energía en el mundo astral, la entidades
no puede satisfacer tales apetitos propios del plano material, por lo que el
espíritu holgazanea hasta encontrar un sujeto al que adherirse, por ejemplo, un
adicto que le proporcionará satisfacción a través de su aparato sensorio-motor.
De esta forma el espíritu se convierte en un parásito. Lo mismo puede ocurrir
con cualquier tipo de apetito u obsesión asociada al mundo material y físico de
la tercera densidad, por ejemplo: comida, sexo, otro ser humano, dinero y
poder, etc.
Si al
morir, la persona tenía dentro de sí a una o a varias entidades parasitarias,
la transición puede resultar un proceso difícil. En este caso hay varias
posibilidades:
El
espíritu del recién difunto puede llevar consigo a la entidad parasitaria hacia
la luz y de esta forma rescatar al alma perdida. Esto depende de si la energía
del espíritu en cuestión es más fuerte que la de la entidad parasitaria. De lo
contrario, la entidad parasitaria puede actuar como un “peso muerto”, un ancla
que le impide a la entidad recién difunta despegar.
El
espíritu del recién difunto puede separarse de la entidad parasitaria y
dirigirse solo hacia la luz. Después de la separación la entidad parasitaria
puede encontrarse nuevamente perdida, por lo que reinicia la búsqueda de otro
huésped en quien alojarse. Si la entidad parasitaria posee una fijación
con el individuo al que estuvo adherida, puede esperar hasta la próxima
encarnación de éste, localizarlo en el momento en que se produzca el
nacimiento, y unírsele nuevamente. Esta intrusión puede ocurrir en repetidas
encarnaciones del huésped.
Si el
espíritu de la persona recién fallecida no puede separarse de la entidad
intrusa, quizás por carecer de la energía necesaria, puede también pasar a ser
una entidad parasitaria con la otra entidad parasitaria adherida a él. De
esta forma, ambas entidades pueden unírsele a otra persona, la cual a su vez,
al morir, queda atrapada, y así sucesivamente, hasta formar verdaderas cadenas
de entidades parasitarias.
Estos
espíritus encadenados pueden formar verdaderos grupos de entidades errantes. Es
necesario comprender que no se trata de una realidad física y que aplicar
conceptos que sólo rigen en un estado material es un error fundamental. Los
espíritus son energía y no ocupan lugar. Una persona puede tener docenas, hasta
cientos de entidades adheridas. Éstas pueden “acomodarse” en el aura o flotar
dentro del aura fuera del cuerpo. Si una parte del cuerpo de una persona es
particularmente débil, o ha sufrido un accidente o enfermedad, puede alojar a
una entidad parasitaria que a su vez se identifica con dicha debilidad.
También pueden situarse en cualquiera de los chakras, atraídos por la peculiar
energía de uno de ellos o por las estructuras físicas de esa parte del cuerpo.
Hay diferentes clases de entidades parasitarias. Los hay benignas, malignas
y neutrales o pasivas. Las razones que pueden llevar a que una persona actúe
como imán de estas entidades son muchas y de muy diversa índole. Puede tratarse
de algo muy simple, como el hecho de estar físicamente próximo al lugar donde
se produjo el deceso. De acuerdo a W. Baldwin, aproximadamente el 50% de los
casos investigados clínicamente se debieron a situaciones fortuitas sin que
existiera relación alguna entre las entidades parasitarias y el huésped ni
en ésta ni en ninguna otra encarnación. La otra mitad de los casos pueden
deberse a que existe algún tipo de relación o asunto sin terminar en ésta u
otra vida.
De
acuerdo a los especialistas en el tema, el fenómeno de Intrusión Astral se da
con mucha frecuencia y todas las personas son afectadas por una o más entidades
parasitarias en algún momento de sus vidas.
Una
debilidad física, psíquica o emocional puede resultar en una invitación
inconsciente para que una entidad se adhiera al individuo. Emociones demasiado
fuertes, sentimientos negativos reprimidos consciente o inconscientemente
pueden ser la señal que las entidades parasitarias necesitan para convertirse
en inquilinos indeseados.
Algunas causas que atraen a una Entidad
Parasitaria
Todo
tipo de cirugías, transplantes de órgano, transfusiones de sangre,
enfermedades, debilidades físicas o psíquicas, depresión, enfermedades
mentales, golpes en la cabeza, stress, etc.
El
uso de drogas, especialmente las alucinógenas, el alcohol, la anestesia, los
calmantes, y sustancias similares producen una abertura en el campo energético
que nos protege.
Las
relaciones sexuales pueden permitir el intercambio de entidades parasitarias.
El abuso sexual, el incesto, las violaciones, incrementan la posibilidad de
intrusión astral por parte de entidades que se sientan atraídas por las
vibraciones que semejantes situaciones producen.
Las
prácticas mágicas de cualquier tipo, la canalización, la acción de pedir ayuda
a “los guías” sin tener el conocimiento suficiente sobre el mundo invisible,
las prácticas de meditación para contactar a los “maestros espirituales”, las
sesiones espiritistas y todo tipo de “actividades espirituales” que sean
realizadas sin un profundo conocimiento de los mundos invisibles, son invitaciones
gratuitas a que espíritus oportunistas de toda clase, tanto descarnados como
entidades demoníacas interfieran y produzcan todo tipo de problemas. He aquí
que muchas de las ideas propagadas por la “Nueva Era” no sean más que pura
desinformación que puede costar MUY CARO a quienes no estén dispuestos a
investigar más profundamente este tipo de ideas.
La
práctica de ciertos estilos de vida en donde abundan las bajas vibraciones, la
fijación u obsesión de ciertos patrones mentales pueden atraer a aquellas entidades
que tengan afinidad con los mismos. La exposición a ciertos ambientes en los
cuales predominan las vibraciones negativas atraerán a una multitud de
entidades parasitarias.
Un
hecho que se ignora y que puede parecer tirado de los pelos, pero que se da
bastante, es que cierto tipo de ambiente y de música del tipo rock satánico
puede abrir una puerta a la intrusión astral. Todo actividad asociada con la
idea de adorar al una entidad demoníaca, va a atraer visitas indeseables. La
inclinación por la práctica sexual promiscua, las drogas, el alcohol, etc.,
son, como ya dijimos, puertas abiertas a intrusión de entidades que vibran a la
misma frecuencia. No se trata aquí de ser “puritano”.
Se
trata de que el Sistema de Control utiliza estas herramientas para su
beneficio, asignando una gran cantidad de entidades a aquellos que podrían
tener la posibilidad de DESPERTAR y de ENTENDER la verdadera naturaleza de
nuestra realidad. De esta forma, los jóvenes –y hablo especialmente de los
jóvenes porque en cierta forma, son los más vulnerables a las influencias
externas – impulsados por la necesidad de “pertenecer” a un determinado grupo,
andan por caminos sinuosos que ponen en peligro mucho más que su vida física:
ponen en peligro la libertad de sus ALMAS. Hablaremos de esto cuando tratemos
el tema de entidades demoníacas.
Una
persona puede ser afectada por una entidad parasitaria de muchas formas
sin llegar a sospechar nunca que una o varias entidades parasitarias se hallan
adheridas a ella. Las actitudes, la conducta, las inclinaciones, los deseos,
los pensamientos y las emociones pueden estar influenciadas o incluso ser
determinadas por la acción de otra personalidad con una historia y un patrón de
conducta diferentes, sin embargo el individuo creerá que son sus pensamientos y
sus emociones. Tal entidad actúa como un vampiro psíquico –sin importar cuál
sea la intención de la entidad, negativa o positiva – succionando la energía
vital del huésped quien en su ignorancia, cree que se trata de un hecho
incorregible. La entidad vive al nivel del subconsciente del individuo y ejerce
sobre él, todas sus cargas mentales, emocionales y físicas.
Una
entidad parasitaria es un parásito que impide a un individuo disponer de
su energía, y realizarse espiritualmente. La entidad parasitaria impone a
su huésped su propia carga psíquica, la cual puede manifestarse emocional y /o
físicamente interfiriendo con su vida, pudiendo alterar el plan original del
huésped. El karma puede ser alterado debido a la influencia de la entidad parasitaria,
causando una muerte prematura o una vida demasiado prolongada, impidiendo que
el individuo pueda “partir” en determinado momento de su vida. La entidad
parasitaria puede alterar la orientación sexual de la persona, la elección
de la pareja, las relaciones con otras personas, etc.
En
muchos casos una persona reconoce la posibilidad de haber albergado una entidad
parasitaria sólo después de haberse sometido a terapia y de haber
descubierto o notado que ciertos hábitos, pensamientos, adicciones u obsesiones
han desaparecido. Esta nueva conciencia puede llegar pasados meses del
tratamiento.
Los síntomas de la intrusión astral pueden ser muy sutiles. Una entidad parasitaria puede estar presente sin producir ningún síntoma notable – y esto se aplica también a las entidades demoníacas. Sin embargo las entidades parasitarias SIEMPRE ejercen algún grado de influencia.
Los síntomas de la intrusión astral pueden ser muy sutiles. Una entidad parasitaria puede estar presente sin producir ningún síntoma notable – y esto se aplica también a las entidades demoníacas. Sin embargo las entidades parasitarias SIEMPRE ejercen algún grado de influencia.
Los
lazos que unen a dos individuos en esta u otra vida –ya sean de amor, de odio,
celos, venganza, etc.- pueden ser un factor importante que permita la intrusión
astral.
Sin
saberlo, un individuo puede, inconscientemente, “invitar” a un ser querido a
unírsele cuando este último ha fallecido. Esta invitación puede producirse por
el dolor que produce la pérdida y por rehusarse a “dejar ir” al ser amado. El
espíritu de la persona fallecida puede sentir de la misma forma y decidir
“quedarse” para acompañar al otro, protegerlo, darle “amor”, etc. Sin embargo
esto NO BENEFICIA a ninguno de los dos. La intrusión que se produce por los
lazos de “amor” que unen a dos individuos es una VIOLACIÓN al LIBRE ALBEDRÍO de
ambas almas.
La
realidad es que por mucho que la persona que continúa viva extrañe, anhele o
sienta dolor por la pérdida del fallecido, el espíritu de este NO TIENE derecho
a invadir el espacio y la energía de la otra persona, así como tampoco, la
persona viva NO DEBE jamás invitar a un espíritu a quedarse. De ninguna manera
es un acto de AMOR impedir el progreso espiritual de otro ser y es una acto
extremo de servicio a sí mismo (SAS o STS según usemos un idioma u otro).
Violar el libro albedrío de un ser es anotar una gran deuda en el libro del
Karma y es completamente perjudicial para ambos seres.
Sin embargo pareciera ser que hay algunos casos en donde la intrusión astral es planificada en la etapa previa a la vida como parte del plan para aliviar deudas kármicas.
Sin embargo pareciera ser que hay algunos casos en donde la intrusión astral es planificada en la etapa previa a la vida como parte del plan para aliviar deudas kármicas.
La
intrusión astral NO necesita del permiso del huésped para producirse. La
ignorancia y el rechazo ante la idea de las entidades parasitarias NO ES
DEFENSA contra éstas. El poseer un determinado sistema de creencias NO ES
DEFENSA contra la intrusión astral. La ÚNICA protección es el CONOCIMIENTO de
que hay una gran cantidad de evidencia –tanto en la historia, como
proporcionada por investigadores científicos del campo de la psiquiatría y la
psicología, de que la intrusión astral ES una REALIDAD. SABER que EXISTE y cómo
se produce es ya, de por sí, un escudo protector. EL CONOCIMIENTO
PROTEGE.
Una
conducta inconsistente y errática puede resultar del pase del control del
individuo de una entidad parasitaria a otra. Este tipo de comportamiento
es similar al cambio que se produce entre personalidades alternas en los casos
de trastornos disociativos de indentidad o personalidad múltiple.
Un
individuo puede detectar un cambio repentino en algún aspecto de su
personalidad, en sus intereses, sus inclinaciones, sus deseos, sus ideas y
emociones, y sin poder explicarse la razón de semejante cambio. Puede que éste
se deba a la interferencia de una o varias entidades parasitarias que se han
adherido a la persona. En este caso los síntomas – que se manifiestan
repentinamente, como salidos de la nada – pueden ser: la apremiante necesidad
de consumir sustancias tóxicas, el inusual desarrollo de un acento extranjero o
el conocimiento de otro idioma, patrones de conducta contradictorios,
reacciones extrañas ante situaciones familiares, movimientos repetitivos de
alguna parte del cuerpo tales como tics o temblores que escapan al control del
individuo, síntomas físicos que no poseen una base orgánica, la pérdida del
sentido de la identidad, la sensación de que un espíritu o alguna otra entidad
ha tomado el control del cuerpo o la mente u ambos, cambios de personalidad
–desde los más sutiles a los más obvios – después de haberse sometido a una
cirugía, sufrido un accidente, pasado por una crisis emocional o al haberse
mudado de casa.
Una
intrusión reciente o una posesión puede causar el deseo desmedido por la
comida, las bebidas, las drogas, el sexo, la obsesión por una idea o una
persona, el cambio repentino del sistema de creencias, de los intereses, de los
gustos, etc. La voz y las expresiones faciales y corporales también pueden
cambiar drásticamente.
La
realidad de las entidades parasitarias refuta el lema tan difundido en los
últimos años por el movimiento de la “Nueva Era” de que “tú
creas tu propia realidad”. Esto es una falacia peligrosa y puede desatar un
verdadero caos psicológico en la mente de un individuo. A este respecto pueden
leer el artículo de “Por qué TU NO creas tu propia realidad” por Moris
Tarantella.
Una
persona que sufre la intrusión astral puede tener ideas suicidas que parecieran
salir de la nada. Puede experimentar imágenes mentales inexplicables, oír
voces, presenciar extraños fenómenos, sentir miedo repentino o tener la
sensación de ser observada o perseguidas. Las entidades parasitarias también se
manifiestan en sueños y pesadillas. Una entidad parasitaria puede
reactivar la memoria de su muerte en la mente del huésped haciendo que éste
tenga visiones o sueños con dicha escena. También puede generar emociones
asociadas a lugares, situaciones, ideas u otras personas.
Es
muy importante tener en cuenta que antes de realizar cualquier terapia de vidas
pasadas, el terapeuta debe diagnosticar la posible presencia de entidades
parasitarias. Una terapia de vidas pasadas realizada sin esta precaución puede
resultar en un completo fracaso para aliviar los síntomas del paciente, ya que
podría estar tratando la vida de una entidad parasitaria.
Una
persona puede creer que está recordando sus otras vidas, cuando en realidad,
son las de la entidad parasitaria. Si realmente se trata de la vida del
individuo, éste deberá recordar los acontecimientos que siguieron a la muerte,
es decir, la luz, la transición a la 5ta densidad –conocida como el Bardo por
algunos autores- su estancia allí, el proceso de la planificación de la nueva
vida, la vuelta a la 3ra densidad, la entrada al cuerpo y el nacimiento. Si por
el contrario, el individuo no tiene recuerdos sobre el proceso posterior a la
vida, es probable que se trate de los recuerdos de la entidad parasitaria. La
entidad ha quedado traumatizada por los hechos previos a la muerte por lo que
los síntomas del paciente pueden ser los de la entidad. El terapeuta o la
persona misma deberá cuestionar los recuerdos hasta encontrar la prueba de que
estos son de la persona en cuestión y no los de una entidad parasitaria. Por
ejemplo, el tiempo o la época en la que transcurre la vida de la entidad
parasitaria pueden no ser los apropiados para los del individuo. La entidad
parasitaria recordará la edad que el huésped tenía cuando ésta se le unió
así como también las circunstancias de la intrusión.
El
propósito de la identificación de entidades parasitarias es el de liberar al
huésped de los síntomas que le aquejan. No se trata aquí de resolver los
problemas de la entidad al menos que sea necesario para que ésta acepte partir.
De lo contrario, la entidad debe resolver sus propios problemas durante la vida
y no a través del cuerpo y el aparato psíquico de otra persona.
La entidad
debe ser liberada guiándola hacia la luz, el terapeuta o la persona que hace la
liberación debe asegurarse de que la entidad caiga en buenas manos, es decir,
que los guías que acuden a su encuentro provengan de la luz. Es necesario
explicarle qué es lo que va a ocurrirle de modo que se deshaga de los
obstáculos que le impiden partir. Una espíritu humano descarnado puede no
presentar tantos problemas como uno que tenga dentro de sí a una o varias
entidades demoníacas o como una entidad demoníaca en sí misma.”
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