lunes, 20 de abril de 2015

El precio de la verdad en España: las víctimas de la censura en televisión








Os presentamos a un nuevo colaborador de Mundo Desconocido, Gabriel Sánchez Garrido, joven periodista que ha escrito un interesante artículo para nosotros en el que explica las “tácticas” de cesura mediática a aquellos periodistas que resultan … Incómodos para el sistema. Esperamos que os guste. por Gabriel Sánchez - LaVerdadNoVende.com

Podría sorprender leer un artículo que hable sobre casos de censura en España; país que, a pesar de ser una nación democrática, tiene vendida —literalmente— su libertad de expresión a los poderes fácticos. Recordemos que es un país democrático pero con apellidos (monárquico, parlamentario y capitalista), los cuales restan enorme calidad a esa característica.

La televisión es el medio de comunicación más influyente y consumido por las sociedades occidentales: la comodidad que supone ponerse al frente de la misma sentado en un sofá mientras se pueden hacer otras cosas y la capacidad hipnótica que tienen tanto las imágenes como el lenguaje que se utiliza provocan que sean los actores políticos principales cuando nos referimos a la información. Es por ello por lo que las altas capas de los organigramas, tanto de las instituciones públicas como de las empresas, están pendientes de cada una de las palabras y de los fotogramas que se emiten por el aparato, especialmente atentos sobre las noticias u opiniones vertidas que se refieren a sí mismos o a sus intereses.

Afortunadamente, algunos de los casos que vamos a exponer a continuación fueron en su momento motivo de escándalo y denuncia pública, pero no por ello se restituyeron las situaciones de los programas o informadores que sufrieron la censura. Por contra, la mayoría de ellos han sido silenciados o su ruido se ha minimizado enormemente, puesto que todo se trata de que no se difundan los datos molestos para los que ostentan el poder (en cualquiera de sus formas), incluyendo el propio hecho de que ejerzan su influencia para conseguir que sólo se sepa lo que a ellos les interesa.

-Yolanda Álvarez, excorresponsal de TVE en Gaza

Con su plaza fija conseguida mediante oposición desde hace once años, Yolanda ha sido hasta el mes de marzo de 2015 la corresponsal de Televisión Española en el frente de Gaza, punto caliente del interminable conflicto entre Israel y Palestina. Álvarez ya despertó suspicacias entre sus superiores cuando éstos pasaron a ser del Partido Popular tras su victoria en las elecciones generales de 2011, puesto que su forma de informar no resultaba del todo agradable para Israel y su gran aliado Estados Unidos.

De hecho, en el mes de agosto de 2014, la embajada israelí en España arremetió contra la periodista acusándola de actuar como “correa de transmisión de los mensajes, cifras, imágenes y datos de Hamás (el Movimiento de Resistencia Islámico)”, tal como se puede leer en un comunicado publicado en el perfil de Facebook de dicha institución. TVE respondió apartándola durante algunos días de cubrir la información de la Franja.



En dicho escrito, la embajada afirma: “las crónicas dramatizadas de Yolanda Álvarez, empezando por el abuso de adjetivos y siguiendo por las muy cuidadas puestas en escena, resultado de un casting y selección de escenarios al dictado de los intereses de Hamás, son, sin más, el producto de una activista“.

La cuestión es que, después de que esto sucediera (con su consecuente repercusión en redes y medios sociales), la periodista fue presionada para que se trasladara a trabajar en otra corresponsalía. Ante su negativa y pasado un tiempo, fue en marzo de 2015 cuando TVE decidió no renovarla como corresponsal. Al tener su plaza en propiedad y no poder ser despedida, simplemente se le obligó a volver a Madrid. Una menos.

-Ricardo Ortega, excorresponsal de Antena 3 en Estados Unidos

Ricardo, periodista comprometido con la denuncia social y especializado en conflictos armados, comenzó a trabajar para el grupo Antena 3 cuando éste estaba dirigido por el grupo Zeta, empresa que otorgaba un justo espacio a la libertad de expresión y al contraste de las informaciones; en general, al ejercicio digno de la profesión periodística. Su sucesor como accionista mayoritario de Antena 3, Telefónica, era y sigue siendo una empresa muy cercana a la élite empresarial española y fue especialmente afín con el gobierno de José María Aznar —ya que, entre otras cosas, permitió la privatización de la empresa—. Aquí comenzaron los problemas.

En el año 2000, con Telefónica al timón de la cadena, Antena 3 decide designar a Ricardo como corresponsal en Estados Unidos. Todo marchaba sin demasiados sobresaltos hasta que el periodista tuvo que cubrir el atentado del 11 de septiembre y sus consecuencias: su forma de confeccionar las noticias y de realizar los directos, abiertamente críticos con Estados Unidos y su actitud después de aquella catástrofe, no gustó ni un pelo en los despachos de la Moncloa aznarista que apoyaba y participaba en la invasión irakí.

Ortega llegó a afirmar en directo frases como: “Colin Powell ha presentado una serie de fotografías borrosas de lo que dice que son laboratorios en los que Sadam fabrica sus armas químicas”, o “los inspectores de armamento piden que no se produzca la intervención militar porque no han encontrado nada que confirme la existencia de armas de destrucción masiva en Irak”.

Finalmente, Ricardo Ortega fue apartado de la plantilla de Antena 3 y comenzó a trabajar con el equipo informativo de la cadena como stringer (freelance que trabaja con asiduidad para una misma empresa) cubriendo conflictos armados. Poco después, en 2004, el periodista murió en Haití víctima de dos disparos… casualmente efectuados por el Ejército de los Estados Unidos.

-Pedro J. Ramírez, exdirector de El Mundo

Amado y odiado por partes iguales, Pedro José Ramírez Codina es un periodista que estuvo al frente del diario español ‘El Mundo’, una de las principales cabeceras del país, durante casi 25 años. Él, que venía del extinto periódico ‘Diario 16′ —icónica publicación durante la Transición por destapar numerosos casos de corrupción—, comenzó a dirigir ‘El Mundo’ con dos objetivos: uno, seguir haciendo lo que hacía en su anterior diario; y dos, desbancar a ‘El País’, el más importante en difusión y beneficios.

Lo último nunca pudo lograrlo pero, por otro lado, sí que consiguió sacar a la luz muchos escándalos sobre tramas oscuras concernientes al Estado. De hecho, el gobierno socialista de Felipe González, duramente criticado por el periódico de Pedro J., le estuvo espiando hasta que consiguió grabarle en la habitación de un hotel manteniendo relaciones sexuales con una prostituta. Posteriormente, el vídeo fue difundido en determinados círculos, aunque fue visto por muchísimas más personas de lo que se esperaba en un principio. Actualmente, incluso, se puede conseguir a través de internet.

Pero el motivo que produjo su cese fue uno muy concreto: las informaciones que publicaba el diario sobre la trama corrupta de los sobresueldos en el Partido Popular, que posteriormente se denominó ‘caso Bárcenas’ (por el nombre del tesorero del partido que gestionaba, supuestamente, el dinero turbio). Aunque en la memoria colectiva se haya dejado a ‘El País’ como el medio que sacó a la luz los hechos, fue ‘El Mundo’ el que tuvo las verdaderas exclusivas. Ramírez, de hecho, se reunía con Bárcenas para realizarle entrevistas y llegó a tener los manuscritos originales de la contabilidad B, que tuvo que depositar en el juzgado.

Finalmente, el periodista fue despedido del diario en 2014 tras un cuarto de siglo al frente de su dirección. Pedro J. afirmó en reiteradas ocasiones que su forzada marcha del periódico fue producida por presiones políticas.

-Jesús Cintora, presentador

Tras una dilatada carrera profesional desarrollada principalmente en el mundo de la radio, Jesús comenzó en el año 2011 a participar en las tertulias políticas más importantes de la televisión en España. Ojo avizor Paolo Vasile, máximo responsable de la filial española de Mediaset, vio en él un filón para los espectadores jóvenes y de izquierdas. Cintora se manejaba bien como orador, utilizaba argumentos sólidos y usaba un lenguaje fresco y algo descarado al que la audiencia respondía muy bien.

Será algún tiempo después —en mayo de 2013—, y tras los discretos resultados de audiencia del programa ‘Las mañanas de Cuatro’ con Marta Fernández como presentadora, cuando al periodista soriano le ofrecerán ponerse al frente de ese debate televisivo.

Su elección como presentador, en términos de audiencia, fue muy acertada: Cintora consiguió subir la audiencia a unos niveles nunca antes experimentados por el programa, pero a cambio de llevar a cabo una marcada línea editorial progresista. Con el Partido Popular ya en el gobierno, que veía cómo se denunciaban casos que le afectaban directamente y que en este espacio reproducían de una forma muy hiriente, empezó a dar toques a Don Paolo, rector de esa y otras cadenas. Éste, finalmente, decidió ceder a las presiones y destituir al periodista. Perro muerto, se acabó la rabia.


Tras una fuerte campaña a favor del ya cesado presentador en las redes sociales —pidiendo el boicot tanto al programa como a sus anunciantes— y con un nuevo presentador al frente del debate, ‘Las mañanas de Cuatro’ pierde televidentes y queda superado por su principal rival, ‘Al rojo vivo’, emitido a la misma hora y con el mismo formato en la cadena rival laSexta.

El presentador, en estos momentos, sigue ligado a Mediaset España pero está a espera de que le asignen un nuevo trabajo.

-Hilario Pino, presentador de informativos

Hilario es uno de los presentadores de noticias icónicos de la televisión española, normalmente intocables porque ‘se portan muy bien’ frente a los poderes fácticos. Pero él ha sido un caso especial: su valía profesional le ha hecho llevar al frente sus principios a cualquier precio.

Conozcamos cómo fue su calvario profesional: tras haber trabajado para Telemadrid y para Canal+, en 2001 es fichado por Telecinco para presentar la edición de tarde de los informativos. Por entonces, Informativos Telecinco contaba con una línea editorial afín políticamente a la izquierda (con muchos reportajes y noticias sobre asuntos sociales), entorno en el que Hilario encajaba a la perfección.

Así permaneció hasta 2007, momento en el que la cadena da un giro ideológico hacia el ‘centro’ aprovechando el cambio de dirección de los servicios informativos, y viendo cómo ese estilo no terminó nunca de cuajar en la audiencia. A partir de entonces, Pino comienza a resultar molesto en el canal. Mediaset, aprovechando la absorción de Cuatro (cadena más hacia la izquierda), le desplazará a presentar distintas ediciones de sus noticias, pero seguirá suponiendo una amenaza para la relación del grupo mediático frente al poder político, cada vez más incómodo con las noticias que Hilario, como editor y presentador, se encarga de contar frente a los telespectadores.

Finalmente, agarrándose a una queja que el gobierno del PP había trasladado a las más altas instancias de Mediaset con respecto a una noticia que dio el presentador sobre los abucheos que recibió Soraya Sáenz de Santamaría en una visita a Perú, Vasile despedirá a Hilario Pino.

Poco después y hasta la actualidad, comenzó a trabajar como tertuliano en el programa ‘laSexta Noche’, espacio de la principal cadena rival de Cuatro.

-José Couso, reportero gráfico

José Couso fue el operador de cámara elegido por Informativos Telecinco para cubrir el acontecimiento del año 2003: la invasión de Irak por parte del ejército de Estados Unidos. Junto a él, el popular —que no por ello prestigioso— periodista Jon Sistiaga marchó al conflicto para narrar los acontecimientos desde el Hotel Palestina, un recinto que estaba ocupado por profesionales de la comunicación y que debía permanecer fuera del objetivo de los ataques, algo de lo que estaban informados tanto el bando iraquí como el estadounidense.

El día 8 de abril de 2003, un tanque norteamericano disparó un proyectil contra el edificio. El impacto, de gran magnitud, provocó la muerte del periodista ucraniano Taras Protsyuk —agencia Reuters— y la del reportero español José Couso.

Desde entonces, muchas han sido las protestas y las voces que se han alzado exigiendo responsabilidades. Lo cierto es que, a día de hoy, nadie se ha responsabilizado y ningún miembro del ejército de los Estados Unidos ha sido condenado por tales hechos.

A pesar del revuelo que se montó a nivel mediático, hay hechos en esta historia que están pendientes de despejarse:

-Telecinco no tenía cubierto a su reportero con un seguro de vida, alegando que era un profesional autónomo. Lo cierto es que José no era, ni mucho menos, el candidato más idóneo para cubrir un conflicto armado y, para más delito (y nunca mejor dicho) ni siquiera tenía un seguro que le protegiera ante la posibilidad de que sucedieran unos hechos que finalmente ocurrieron. Finalmente, la cadena llegaría a un vergonzoso acuerdo por el que se le darían a la familia cinco millones de las antiguas pesetas, y esperando a que se lo agradecieran porque no estaban obligados a pagar ni un céntimo. Ese fue el precio de la vida del cámara.

-Parece ser que Jon Sistiaga, el periodista que le acompañaba, instó al reportero a grabar unas imágenes desde la azotea del hotel, por lo que fue disparado al ser confundido por un francotirador (a pesar de que la cámara que llevaba al hombro, de 15 kilos de peso, no dejaba dudas para identificarlo como reportero). Los profesionales que se encontraban en el hotel sabían que no era recomendable acceder a esa zona del edificio, pero aún así Jon le dijo que fuera. Aquella acción le costó la vida.

-Según unas informaciones relevadas por Wikileaks, EEUU presionó al Gobierno español para “frenar o boicotear” las causas judiciales abiertas en España contra políticos y militares estadounidenses presuntamente involucrados en el caso Couso.

-Algunas fuentes señalan a que el entorno de la familia de Couso, especialmente la que era su esposa y sus hijos, disfrutan de un muy alto nivel de vida desde que sucedieron aquellos hechos; sin embargo, desde entonces, disponen de un sueldo menos en esa familia. ¿Casualidad?

Lo triste de todo aquello es que, poco a poco, el tema se fue saliendo de la agenda mediática y fue quedando en el olvido. Hoy en día a cualquiera le suena el nombre de Couso y lo que sucedió con él, pero nadie tiene fuerza, valor ni ganas de reclamar justicia.

Indiferentemente de la ideología que alguien que alguien pueda tener o con la que pueda simpatizar, cada periodista tiene un estilo y una forma de contar los acontecimientos que no deben ser apoyados ni denostados por los medios; simplemente obviarse como una circunstancia más en el ámbito de la comunicación. Ni mucho menos eso debe ser objeto de acoso profesional o incluso, como hemos visto en este artículo, razón para despedirlos o asesinarlos.

Sirva este escrito como sentido homenaje, tanto a ellos como a todos esos profesionales que, cada día, sufren las presiones del día a día en sus redacciones para publicar o dejar de publicar informaciones en función de los intereses de los poderosos.


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