Por: Vadim Zeland
"Todos estamos nadando en el océano de energía. Pero conseguir esa energía no es tan fácil, puesto que su distribución respecto a los humanos no está diferenciada. Para obtenerla de forma consciente, uno debe ensanchar intencionadamente sus canales energéticos y dirigir hacia ahí conscientemente el flujo de la energía. Por ejemplo, bebes el agua de forma consciente y a propósito, pero no eres capaz, con la misma sensación clara, de dejar entrar en ti la energía. En principio, una persona tiene posibilidad de «recargar» intencionadamente «sus pilas» del universo, pero esa capacidad se encuentra en un estado embrionario.
Resulta mucho más fácil obtener la energía ajena, ya asimilada. Es lo que aprovechan los así llamados vampiros energéticos. Tal energía se asimila muy fácilmente, puesto que tiene la frecuencia determinada. Para conseguir energía ajena basta sólo con sintonizarse con esa frecuencia. De la misma manera, el circuito oscilante de una radio no capta todas las ondas radioeléctricas, sino sólo aquellas a las que está sintonizado. Los vampiros se alimentan de la energía ajena ya asimilada. Para eso se sintonizan con la frecuencia de emisión de esa energía.
El vampiro se sintoniza con la frecuencia de su víctima a nivel subconsciente. En apariencia este proceso puede revelarse de diferentes modos. Se acerca, meloso, con cualquier pregunta insignificante; mira, importuno, a los ojos de su víctima; intenta tocarla, retener su mano; fastidia con sus conversaciones; es capaz de amoldarse al carácter y temperamento de su víctima; a grandes rasgos, trata de meterse en el alma e intenta tantear el freile de su víctima. Es el tipo de vampiro «meloso». Como regla general, es un buen psicólogo, una persona sociable, pero no encantadora, más bien latosa hasta el hartazgo, y es lo que se percibe enseguida. Aunque el vampiro es bien consciente de su impertinencia y, en la medida de lo posible, intenta disimularla.
El otro tipo de vampiros es el de los manipuladores. Un manipulador, como es sabido, juega con el sentimiento de culpa de una persona. Tal vampiro busca subconscientemente a personas que estén potencialmente dispuestas a someterse al juicio ajeno o a pedir consejos a alguien cuando están en apuros. Una persona con un mínimo complejo de culpabilidad también busca inconscientemente a alguien quien le juzgue e indulte en el acto. Las personas que necesitan apoyo y consejos son aquellos que dudan de las propias convicciones y se entregan al juicio ajeno. De esta manera, el vampiro y el donante se encuentran mutuamente y cada uno recibe lo que necesita. El manipulador se sintoniza con facilidad con la frecuencia de su víctima. El mecanismo que está detrás de eso es muy simple: sólo se necesita mencionar de paso el problema que inquieta al otro, quien enseguida se abre y entrega su energía por su propia iniciativa.
El tercer tipo de vampiros es más brutal y agresivo, es «el provocador». Un vampiro así, sin pensarlo mucho, se lanza enseguida al ataque e intenta desequilibrar a su víctima. Cómo actúan los provocadores lo sabes de sobra. Para eso se utiliza cualquier medio posible, comenzando por una burla disimulada y terminando con el acoso brutal. Lo principal es que el donante pierda los estribos, y cuál sea su reacción -una grosería como respuesta, irritación, indignación, miedo, aversión- no importa, todo sirve.
La conversión del hombre en vampiro energético es inconsciente. Igual de inconscientemente trata de aprovecharse de la energía ajena. A lo largo de su vida, se percata de las situaciones que le satisfacen y llenan de energía, y luego intenta repetir inconscientemente la experiencia obtenida. Después de una «sesión», el donante del vampiro se siente exhausto. Si después de tratar con una persona sientes agobio, desolación, debilidad o temblores, significa que se han «aprovechado» de ti.
Sin embargo, son los péndulos los que quitan a la gente la parte leonina de la energía libre. Cómo lo hacen, ya lo sabes. Los péndulos obtienen energía por el canal de la importancia. A diferencia de un vampiro, que actúa durante un tiempo breve, el péndulo puede chupar energía constantemente, mientras el hombre trasmita su emisión en la frecuencia de ese péndulo. La potencia de esa emisión es proporcional a la importancia.
Cuando algo te inquieta y oprime, tu energía vital está debilitada. Intuitivamente, a nivel de energía, lo sienten las personas de tu entorno y los animales. Eso significa que la conciencia y la seguridad en ti mismo se te han aflojado. Entre todos los transeúntes en la cale, un perro te elegirá precisamente a ti para ladrarte. Una gitana puede pegarse a ti y sacarte el dinero engañándote. Un vampiro energético puede recibir una buena parte de tu energía. Puedes muy fácilmente encontrarte implicado en una situación problemática.
No hay que ver en cada persona a un posible vampiro energético. Al preocuparte por eso, ya estás abriendo el acceso a tu campo energético. Para protegerte de la influencia indeseable necesitas fortalecer tu capa energética, cuidar el nivel de importancia y desarrollar tu conciencia.
El estado consciente te permitirá darte cuenta, en el momento oportuno, de que intentan involucrarte en un juego o trampa. El bajo nivel de la importancia dificultará la sintonización con tu frecuencia. Sobre todo, es imprescindible que prestes atención a cualquier mínimo indicio de que existe un sentimiento de culpa. Si estoy vacío (de culpa), no hay por donde engancharme. El manipulador, después de hacer un par de intentos inútiles, te dejará en paz. Y la capa energética resistente te servirá de segura defensa contra cualquier intrusión."
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