lunes, 29 de diciembre de 2014

Entre senderos que resuenan y se bifurcan






Reconocer la pluralidad de la creación es crecer en conciencia.

Una importante cuestión que podría estar ligeramente asociada a la tecnología psíquica es que las emociones parecen trascender el tiempo lineal; requeriremos de cierta munición pesada para marchar con algún éxito en nuestra campaña, así que comenzaremos invitando los silogismos literarios del notable Jorge Luis Borges:


La explicación es obvia: El jardín de los senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos.

Esta compleja idea de series infinitas de tiempo puede conducirnos a una inquietante presunción: la Creación como tal ya existe de forma acabada y completa, con todas sus tramas y desenlaces, y la consciencia funcionaría como un selector entre las distintas ramificaciones posibles. Si por un momento el lector se anima a atravesar el pétreo dintel de nuestro aparente desvarío,(1) apreciará una construcción infinita dimensional -si lo prefiere, en un principio de sólo tres dimensiones- en donde todas las posibilidades del plano físico, con sus subjetivos éxitos y fracasos, coexisten de manera fraternal; para explicar mejor esto, Borges introduce los conceptos de John William Dunne, autor del libro An Experiment with Time (2) donde explica su teoría sobre la naturaleza del tiempo y la consciencia que denominó “serialismo:”


Este [libro] razona que un sujeto consciente no sólo es consciente de lo que observa, sino de un sujeto A que observa y, por lo tanto, de otro sujeto B que es consciente de A y, por lo tanto, de otro sujeto C, consciente de B… No sin misterio agrega que esos innumerables sujetos íntimos no caben en las tres dimensiones del espacio, pero sí en las no menos innumerables dimensiones del tiempo.


[Dunne] postula que ya existe el porvenir, con sus vicisitudes y pormenores. Hacia el porvenir preexistente (o desde el porvenir preexistente, como Bradley prefiere) fluye el río absoluto del tiempo cósmico, o los ríos mortales de nuestras vidas. Esa traslación, ese fluir, exige como todos los movimientos un tiempo determinado; tendremos, pues, un tiempo segundo para que se traslade el primero; un tercero para que se traslade el segundo, y así hasta lo infinito.

Podríamos entender a estos otros sujetos -que no caben en el espacio tridimensional- como entidades que han trascendido el nivel de consciencia humano. De existir estas entidades de consciencia superior, gozarían no sólo de una vista más objetiva del extraño laberinto, sino también de una capacidad de selectividad no secuencial y de acceso directo (pues experimentarían la cuarta densidad con una libertad tetradimensional); y si estas entidades tuviesen una desconsideración supina o intencionalidad espuria tal vezbasadas en algún oscuro provecho de los crueles bucles y callejuelas sin salida, quizá hasta promoviesen el desconcierto y el extravío por los senderos de la depravación y la degeneración humana. El físico teórico Michio Kaku propone en su libro Hyperspace: A Scientific Odyssey Through Parallel Universes, Time Warps, and the Tenth Dimensionuna idea semejante:


Imagine un ser capaz de caminar por las paredes. No tendría que molestarse en abrir puertas; las atravesaría directamente. […] Su automóvil nunca quedaría cerrado accidentalmente desde adentro; podría simplemente entrar atravesando la puerta del automóvil. Imagine un ser capaz de desaparecer o reaparecer a voluntad. […] Imagine tener la visión de Rayos-X. […] Sería capaz de ver accidentes ocurriendo a la distancia. […] Imagine un ser capaz de alcanzar el interior de un objeto sin necesidad de abrirlo. […] Sería aclamado como maestro cirujano por poseer la habilidad de reparar los órganos internos de sus pacientes sin nunca realizar cortes en la piel, reduciendo así muchísimo el dolor y el riesgo de infección. […]


Imagine lo que haría un criminal con estos poderes. Podría entrar en el banco mejor vigilado. Podría ver los objetos valiosos a través de las enormes puertas de la bóveda, llegar a ellos y sacarlos de ahí. Después podría salir caminando mientras las balas de los guardias lo atravesaran. Con estos poderes, ninguna prisión podría detener a ningún criminal. No se nos podría ocultar ningún secreto. […] seríamos omnipotentes.


¿Qué ser podría poseer tal poder digno de un dios? Un ser de un mundo de dimensiones superiores. Por supuesto, estas dotes están más allá de la capacidad de cualquier persona tridimensional. Para nosotros, las paredes son sólidas y las rejas de una prisión son irrompibles. Al tratar de atravesar las paredes sólo terminaríamos con una nariz lastimada. Pero para un ser de cuatro dimensiones, estas hazañas serían un juego de niños.

Tenemos entonces una idea de las posibles entidades que se pasean en las invisibles densidades superiores, y esta vez, no se menosprecie, informado casi en términos esotéricos por un integrante del bando cientifisista; devolvamos el báculo a Borgesquien tiene algo más con que persuadirnos:


Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí […]


El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado.



¿Lo creerás, Ariadna?-dijo Teseo-
El Minotauro apenas se defendió.(3)






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