martes, 23 de junio de 2015

La creación del Gran Kurdistán, la balcanización del Medio Oriente y un conflicto mundial


Se dice que el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, es un experto en asuntos de Oriente Medio. Biden está apoyando la formación de un nuevo Estado, el Gran Kurdistán, que estaría enclavado en zonas extensas de Irak y Siria. Se trataría de la balcanización del Medio Oriente.
 
Actualmente, la nación kurda cuenta con alrededor de 35 a 40 millones de personas. Las etnias que la componen forman un gran mosaico: hay comunidades árabes, armenias, asirias, azeríes, judías, persas y turcas. Cuando se hace referencia a la etnia Kurda es importante tener en cuenta que, en primer lugar, representan la más numerosa minoría étnica sin estado del mundo; y en segundo lugar, que, como pueblo llevan décadas sobreviviendo a políticas de exterminio, lo cual hace que la “historia de este ancestral pueblo sea la historia de una resistencia”.  
 
Los kurdos (desmembramiento de la gran familia de pueblos indoeuropeos) se asentaron en el espacio que actualmente ocupan desde el 2500 A.C. El antiguo Kurdistán, es una región del suroeste de Asia que engloba territorios de distintas naciones: Irak, Irán, Turquía, Armenia, Siria. (actualmente a esta región se llama el “gran Kurdistán”); espacio definido por las zonas montañosas formadas especialmente por los montes Taurus (sur de Turquía), Zagros y Elburz (suroeste y noroeste de Irán).
 
Con respecto a la procedencia de los Kurdos se supone que son una síntesis de pueblos arios (indoeuropeos) procedentes del actual Irán con poblaciones locales existentes al norte de la Mesopotamia. Gran cantidad de investigadores opinan que los mismos descienden de los medos, pueblo que habitó en la zona nororiental de Irán (conocida como Media) y que, entre el 900 A.C. y el 500 A.C. constituyeron un Imperio.
 
La "República kurda" de Biden, no sólo seguiría las líneas étnicas, sino también intentará mover las fronteras hacia el sur para que el país pueda incluir los campos de petróleo de Kirkuk. A los kurdos les interesa Kirkuk, debido a las profundas raíces kurdas que tiene.
 
Ese nuevo país se extendería desde las fronteras turcas e iraníes en el norte hasta las de Jordania y Arabia Saudí en el Sur, con oleoductos y gasoductos que podrían trasladar petróleo y gas de la nueva nación kurda a Israel, a través de Jordania.
 
La estrategia geopolítica de Biden utilizaría al Gran Kurdistán como un muro de contención a la influencia de Turquía en la región. Sin embargo, una República kurda que abarque gran parte de las reservas disponibles de agua y petróleo de Siria e Irak posiblemente representará un conflicto bélico con ambos países.
 
A largo plazo sería la destrucción de los estados de Irak y Siria y la balcanización de la región. El fin es crear un Estado kurdo rico en petróleo y agua de un tamaño territorial desproporcionadamente grande que esté fuertemente influenciado por el  régimen de Israel.
 
La nación Kurda se remonta a antes de la división del territorio poblado por la etnia kurda en el siglo XVI, cuando los dos imperios de Oriente, el otomano y el safávida, se repartieron el Kurdistán. El Tratado de Zuhab (1639) formaliza la partición territorial.
 
Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias que redactaron el Tratado de Sevres (1920) se comprometieron a crear una serie de Estados étnicos en la región controlada por el Imperio Otomano. Se trataba de Armenia y de Kurdistán. Pero ambos territorios fueron conquistados por Mustafá Kemal Atatürk, fundador de la Turquía moderna, quien obligó a los aliados a renegociar los tratados fronterizos en la conferencia de Lausana (1923), desvaneciendo así los sueños independentistas de los kurdos. Turquía se adueñó de gran parte del territorio kurdo, mientras que Irán, Irak y Siria heredaron las tierras que  se hallaban en sus confines.
 
En la conferencia nacional sobre el Gran Kurdistán celebrada en 2013 en Erbil, al norte de Irak, participaron unos 600 delegados provenientes de las provincias kurdas de la región y de la diáspora, así como 300 invitados extranjeros. El líder de la comunidad kurda iraquí, Massoud Barzani, resumió los objetivos del encuentro con las siguientes palabras: “…se pretende es elaborar una estrategia común de las corrientes políticas que actúan en las cuatro regiones del Kurdistán”. 
 
Sus palabras causaron preocupación en las cancillerías occidentales. Y ello, por dos motivos: en primer lugar porque se reafirma la existencia del Kurdistán como nación soberana, compuesta por territorios pertenecientes a los Estados de la zona y, en segundo lugar, por la exigencia de diseñar “estrategias comunes”.
 
Para los analistas, las palabras de Barzani podrían ocultar el deseo de potenciar el papel de las agrupaciones militares que apoyan a partidos de corte nacionalista y/o de aunar esfuerzos a la hora de librar batalla contra las comunidades nacionales de los Estados de la región. Las relaciones entre kurdos y los demás pobladores de la región han sido y siguen siendo conflictivas.
 
En Irak, la comunidad árabe critica abiertamente el protagonismo de los kurdos tanto a nivel político como administrativo. Se trata en apariencia de una “compensación” ofrecida por Estados Unidos por el sufrimiento causado por el Gobierno de Sadan Hussein a los kurdos. Pero detrás de todo está el hecho de que el suelo del Kurdistán iraquí encierra los mayores yacimientos petrolíferos del país.
 
En Irán, los kurdos han sido discriminados por el hecho de no pertenecer a la mayoría chiíta. Las regiones pobladas por los kurdos en Irán tienen una tasa de desarrollo inferior al resto del país, mientras que el paro supera el 50%.
 
En Turquía, la lucha armada contra las autoridades de Ankara, iniciada en 1983 por los guerrilleros promarxistas del PKK, arroja un saldo de decenas de miles de muertos.
 
En Siria, los integrantes del Partido de Unión Democrática kurda (PYD) combaten las milicias yihadistas de Daesh (Estado Islámico) que propugnan la creación de “emiratos” islámicos en el Norte del país. La política Siria fue siempre más abierta al diálogo y al entendimiento con los kurdos. Fue por eso que Turquía firmó un acuerdo con Siria para que el Gobierno sirio dejara de apoyar al PKK.
 
Por lo general y debido a su ubicación, se identifica al pueblo Kurdo  con los árabes (de la familia de las lenguas semíticas) o con el idioma turco (del grupo lingüístico uralo-altaico). Pero en realidad, nada tiene que ver con dichas etnias, culturas e idiomas. La lengua Kurda se encuentra dividida en dialectos: los del sur hablan el sorani y los del norte el kurmanyi, que debido a las diferencias de hecho no se comprenden entre sí. A esto se suman Kurdos que hablan dialectos diferentes, cercanos al Parsi (lengua de Irán).
 
 En lo esencial la estructura social de los Kurdos está basada en clanes, tipo de organización social que actuó de freno para las revoluciones nacionalistas. Dos partes fundamentales de esta sociedad son: por un lado, los “beys”, de poder ilimitado (que tenían como asesores a los barbas blancas) y por otra parte, los “agas” o grandes propietarios de tierras (de gran poder económico). Estos pilares de la estructura social llevaron a que la sociedad kurda fuera económicamente autosuficiente y que, a modo de feudo, se mantuviese aislada (y cerrada) a todas las transformaciones que en el oriente Medio se iban produciendo. Cuando se formaron los Estados-Nación, el pueblo Kurdo tenía una estructura cuasi-feudal que no le permitió desarrollar y cumplir un proyecto nacionalista como Estado soberano. La actual sociedad kurda está centrada en el ámbito rural.
 
La creación de Kurdistán como nuevo país plantea un problema conflictivo en una región ya en guerra y cuyas consecuencias tendría implicaciones mundiales con no buen agüero.

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