Sorprenderá a muchos venezolanos, cuando se conozca, la lista de empresarios y dirigentes de oposición que encubiertamente colaboran con el régimen a un costo y aparentan simpatizar con un cambio
Orlando Ochoa Terán / Soberania.org
El término “colaboracionismo” lo acuñó el más emblemático de los colaboracionistas y traidores, el Mariscal Philippe Pétain, presidente del régimen de Vichy quien “gobernó” parte del territorio de Francia ocupado por Alemania hace 75 años. El exhorto de Pétain a la “colaboración” de los franceses con la Alemania Nazi tornó el vocablo en un estigma.“Colaboracionismo” adquiere desde entonces su más extrema acepción, la sinonimia de traición y cobardía. No es la primera vez que abordamos el tema a propósito de la dinámica política venezolana, pero es necesario actualizarlo.
No existe una sola clase de colaboracionismo, como ya es obvio en Venezuela. Sin embargo, el vocablo cobra expresión y contenido cuando se asocia a aquellos que sin ser militantes del movimiento que llega al poder se someten, pasiva o activamente, a la voluntad del régimen fuerte. En todos los países ocupados por Alemania y Japón hubo colaboracionistas que una vez colapsado el régimen debieron enfrentar a la justicia y la ira de sus conciudadanos. En el verano de 1944, cuando las tropas alemanas huyeron de la Francia liberada, los tribunales condenaron por colaboracionistas a 6.763 personas; 1.500 fueron ejecutadas. Después de mayo de 1945 la misma reacción se repite en toda Europa.
Las motivaciones o razones para colaborar con un régimen opresor adquieren diferentes formas. Para algunos el nazi-fascismo ejerció un especial atractivo de orden y progreso. Para otros el afán de lucro es una motivación inmensamente atractiva. Sorprenderá a muchos venezolanos, cuando se conozca, la lista de empresarios y dirigentes de oposición que encubiertamente colaboran con el régimen a un costo y aparentan simpatizar con un cambio. Un grupo de venezolanos en el exterior familiarizados con asuntos de inteligencia ha elaborado un cúmulo de evidencias que compromete seriamente a estos colaboracionistas que en el proceso de hacerse ricos han ayudado a incompetentes funcionarios bolivarianos a prevaricar incurriendo en violaciones a leyes civiles y penales locales, de EEUU y Europa.
El miedo es otro factor que motiva el colaboracionismo que encubre una gran cobardía. A medida que crece el miedo crecen los colaboradores, pero también los que se resisten. Hace unos años pocos habría imaginado una protesta tan recia como la de Leopoldo López y María Corina Machado pero a pocos se les ocurrió que existía tanta cobardía en sectores de la oposición para expresar solidaridad.
Todas las dictaduras y autocracias han cultivado sus propios colaboracionistas y tal como ocurrió en Europa los colaboracionistas de Venezuela no lograrán escapar al odio que provocaron en la población. Por muchos años Francia y en general Europa vivieron lo que se ha dio en llamar el ‘síndrome Vichy’ o ‘le passé qui ne passe pas’ (el pasado que no pasa). No hay ninguna razón pues para pensar que para miles de colaboracionistas de la era post-bolivariana no se repita ese “pasado que no pasa”.
Mentes cautivas
Así como no hubiera sido posible la consolidación de la revolución bolivariana y la ocupación de Cuba sin la participación de hombres como José Vicente Rangel y Roy Chaderton, para solo mencionar dos de los más conspicuos, Alemania no hubiera sido posible sin hombres como el mariscal Philippe Pétain y su primer ministro Pierre Laval, ambos sentenciados a muerte. Pétain, (perdonado por la edad) y Laval, ejecutado, fueron instrumentos clave del colaboracionismo francés con la Alemania nazi.
Esta relación entre Francia y Alemania durante la guerra fue motivo de especulaciones políticas y filosóficas que se asemejan a los comentarios nacionales e internacionales que han provocado la adocenada dependencia de la Venezuela bolivarianacon Cuba así como la connivencia de empresas multinacionales y empresarios venezolanos, dirigentes opositores, miembros de la élite caraqueña y de provincia que están convencidos de estar a salvo porque adoptaron lo que el intelectual belga, Paul De Man llamó “el colaboracionismo de sobrevivencia”.
En 1945 Jean Paul Sartre, se refirió a estas “curiosas metáforas” que presentaban la relación política franco-germánica como un juego sexual en el cual Francia representaba el papel de la hembra y Alemania la del macho. La mentalidad del colaboracionista, decía Sartre, es femenina, reconoce su debilidad y usa las mismas armas de una mujer. Tal como en la relación semi-feudal de la Venezuela bolivariana en su papel de sierva y Cuba el de macho, el amo.
En Venezuela el colaboracionismo de sobrevivencia también tiene su propio léxico expresado por especímenes como Edgar Zambrano o Luis Vicente León con llamados babosos a “instaurar un diálogo nacional“, “consultar a todos los sectores”, “resolver la situación nacional en paz”, “corregir políticas fallidas”, “propiciar los cambios con el aporte de todos los venezolanos”, etc. Un significado importante de las elecciones de diciembre será el desafío que para los colaboracionistas de oposición, que se la han jugado todo al control de la Asamblea Nacional, tendrá el masivo fraude electoral que prepara el gobierno o la cancelación de la elecciones por razones de emergencia nacional.
Pero la semblanza con la realidad venezolana no se agota allí. Los factores históricos y conceptuales del colaboracionismo han calado tanto en la imaginación de sectores nacionales que será difícil desentenderse de ellos con facilidad.
“El pasado que no pasa” será una pesadilla para muchos bolivarianos y colaboracionistas. Muchos estamos dispuestos a hacer lo imposible porque ese pasado no pase.
Orlando Ochoa Terán | Periodista y Analista político.
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